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Las ratas amarillas saltan del barco

Es hora de que en el PRD hablen de frente con su gobierno y definan la estrategia a seguir

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Mucho se comenta sobre una desbandada de perredistas hacia Morena y no se puede ocultar que, efectivamente, al menos en la ciudad hay algunos que se van, pero quienes anuncian su salida son, en su mayoría, puro cartucho quemado o en su defecto ratas de dos patas.

Lo mismo se ve a gente como Armando Quintero que a Carlos Reyes Gámiz, por citar a un par, rogando audiencia con Martí Batres —líder de los morenos en la ciudad— a quien antes miraban hacia abajo porque lo consideraban el gato de René Bejarano.

Ahora que ya no tienen a dónde ir con el PRD ven como salvación a Morena, pero lo que no saben es que ahí tampoco los están esperando con los brazos abiertos; tendrán que hacer fila en espera de que les arrojen una migaja.

Cosas de la vida, pero quienes antes fueron sus gatos ahora serían sus jefes y tendrían que formarse en la lista, a ver si alcanzan algo, pues hoy por hoy valen muy poco.

Apenas en la semana Raúl Flores, líder perredista de la capital, reconoció que hay salidas en el partido, pero descartó una desbandada y tiene razón.

Quienes tienen territorio propio en la CDMX nunca lo pondrían a disposición de gente como Batres o sus esbirros. Defenderán sus trincheras desde el PRD y expulsarán a quienes quieran jugar con doble bandera.

¿Pero si no hay desbandada, qué necesita el sol azteca para frenar esta percepción?

Pues en primer lugar unirse —aunque sea por conveniencia—; dejar de momento sus odios y lejos de negar que hay traidores a la causa, ellos mismos deben proponer la purga para que se queden quienes quieran seguir siendo amarillos y saber con qué se cuenta.

Si las bases se enteran de quiénes son en realidad los que saltan del barco —en su mayoría puras ratas— seguro tendrán un poco de tranquilidad mientras se cumplen los tiempos electorales para entrar en definiciones políticas.

O sea, al PRD le urge una labor de contención para evitar las verdaderas fugas y empezar a enviar mensajes más claros sobre quién podría ser su candidato a jefe de Gobierno en 2018, a fin de ir aglutinando fuerza en torno a una figura… o a un proyecto.

Porque en la medida que no salgan a dar un manotazo en la mesa, hacia abajo se podría pensar que el partido en realidad se está desfondando y eso sería lo peligroso, pues la percepción muchas veces se convierte en realidad.

Es hora de que los amarillos hablen de frente con su gobierno y definan la estrategia a seguir para iniciar la recuperación —tope donde tope—, a fin de que puedan salvar la plaza o, al menos rescatar, lo más que se pueda mientras pasa el temporal.

De momento son solamente las ratas quienes están saltando del barco amarillo, pero si no se pone un alto entonces sí se empezarán a vaciar.

CENTAVITOS… Los que ya se traen del chongo son el perredista Víctor Hugo Romo y la panista Xóchitl Gálvez, pues un día sí y otro también intercambian acusaciones de corrupción y eso es precisamente lo delicado. Es decir, que quien gobernó Miguel Hidalgo y quien gobierna ahora no hacen un contraste para ver quién de los dos lo hizo mejor, sino cuál de los dos es menos pillo. Xóchitl atacó con una acusación en medios contra Romo y Humberto Morgan, quien cerró la administración anterior, de haber pagado por anticipado la millonaria remodelación de un mercado, obra que no se hizo; pero la panista no explica cómo es que compró instrumentos musicales y materiales de comunicación a sobreprecios de hasta 500 por ciento más caros, como asegura Romo. ¿O sea?

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