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Investigación

Reacomodos en la Jefatura de Gobierno

La candidata de Morena tuvo que hacer un ajuste radical en su equipo de campaña y que no precisamente decidió ella.

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Por Arturo Páramo

Mientras transcurren las campañas a la Jefatura de Gobierno en calles, plazas, conferencias, desayunos en salones, arenas, deportivos, en los entretelones sigue cocinándose la verdadera batalla por el cargo más importante de la administración capitalina.

Iniciando la segunda etapa de campañas, sigue siendo difícil determinar si la candidata que inició con mejores números en las encuestas se mantiene con la misma ventaja, si se ha incrementado o si ha perdido terreno ante su perseguidora.

Hay señales, sin embargo, que dejan entrever que la candidata de Morena tuvo que hacer un ajuste radical en su equipo de campaña y que no precisamente decidió ella.

El pasado 17 de mayo, Faruk Miguel Take, uno de los principales operadores de Ricardo Monreal, se sumó a la campaña de Claudia Sheinbaum como “enlace socio político”.

Tras la primera etapa de campaña, en el partido que postuló a la candidata se decidió que Sheinbaum está haciendo un esfuerzo importante, tiene propuestas concretas, pero tiene lo que le sobra a Ricardo Monreal: operación política.

Faruk es el eslabón que parece demostrar que el equipo de Sheinbaum debía ser reforzado y entró al quite Monreal, el aspirante a la candidatura que se enfrascó con la ex funcionaria capitalina en una elección primaria que puso en vilo al partido y puso a prueba el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador.

Una vez decidida la candidatura en favor de Sheinbaum, Monreal fue atraído por el tabasqueño para organizar su campaña en la segunda circunscripción, y colocó al candidato presidencial ante la posibilidad de un repunte histórico en estados donde López Obador tenía votaciones bajas, Nuevo León, San Luis Potosí, Tamaulipas, entre otras entidades.

Este trabajo lo devolvió a la capital apuntalando la campaña de Sheinbaum con Faruk, uno de sus incondicionales.

Esto demuestra que desde el equipo de AMLO notaron que la candidatura de Sheinbaum requería de refuerzos en cuestiones operativas, de pie a tierra, de dialogar con sectores con los que la candidata no ha hecho contacto o no ha logrado venderles su visión de ciudad.

En el cuarto de guerra de Alejandra Barrales la situación no es menos complicada.

Tras el debate del pasado 16 de mayo, en el que la perredista tuvo un buen desempeño, aún hay que medir si eso le permitirá cerrar o no la brecha que la separa de Sheinbaum.

Si bien su equipo y los candidatos a las alcaldías están inyectando nuevos bríos a la campaña de Barrales, la candidata frentista tiene otros dos elementos que jugarán a su favor.

El primero será el uso masivo de cuanto recurso tendrán a su disposición los tres partidos de esa coalición para impulsar su candidatura.

A diferencia de la coalición que encabeza Sheinbaum, donde sólo Morena gobierna delegaciones, en el Frente queda la gran reserva de votos del PAN.

Hacia el final de la campaña, será explotada la imagen y propuestas frentistas en busca de convencer a los panistas en Benito Juárez y Miguel Hidalgo de votar por su otrora antagonista.

El otro factor a favor de Barrales será la operación que el Gobierno de la CDMX está preparando para apoyar a la candidatura de la ex funcionaria capitalina.

Ante el fenómeno de la campaña presidencial de López Obrador, el PRD se ha visto obligado a seguir el manual chino de la guerra: Ante su debilitamiento en otras entidades y a que su única fortaleza se encuentra en la capital del país está obligado a replegarse y buscar mantener su único bastión, es decir, hacerse fuerte en la capital y luchar una única batalla en lugar de varias escaramuzas que estaría destinado a perder.

Por este escenario, la segunda parte de la campaña se espera más dura y con un despliegue masivo de cada coalición.

Si la distancia entre Sheinbaum y Barrales es incierta, el nivel de las preferencias del tercero en discordia, Mikel Arriola, también es una incógnita.

Lo cierto es que es difícil pensar en un repunte del ex director del IMSS sin el soporte de una campaña presidencial potente, o ante la falta e un partido compacto y unificado en la ciudad.

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