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Grilla

Apuntes: En el medallero electoral no hay plata ni bronce

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POR: Martín de J. Takagui

 

Las tres últimas campañas presidenciales en México, la de 2006, 2012 y la de 2018, han tenido un común denominador, el único candidato que ha repetido, aunque no con el mismo partido político es Andrés Manuel López Obrador y en los tres casos a lo largo de las etapas de proselitismo, se ha mantenido como el que mayores preferencias aglutina entre las voluntades mexicanas.

En sus dos incursiones como abanderado del PRD, López Obrador registraba una ligera ventaja frente a sus más cercanos seguidores, Felipe Calderón del PAN en 2006 y Enrique Peña Nieto, del PRI en 2012.

Al concluir ambos procesos electorales, los mexicanos vimos cómo la tortilla se volteó y el ahora líder moral y candidato presidencial del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), perdió las elecciones. Pero la tercera es la vencida, dijeran las abuelas y, en el 2018, López Obrador se presentó desde un año antes y después de 12 años de campaña presidencial permanente, como el candidato más viable, con ventajas inimaginables y en condiciones que difícilmente alguien pudiera imaginar: 12, 15, 20 puntos y mayores preeminencias, según las incongruentes encuestas de preferencias electorales, manteniendo siempre como segundo lugar, al panista, Ricardo Anaya.

En tercer lugar, a una distancia no muy lejana de Anaya, el invitado del PRI, José Antonio Meade, quien al ser cobijado por el tricolor, dejó inconformidades entre los priistas, quienes lo ven como ajeno, pero encima de ello, además perdió su encanto como candidato ciudadano o apartidista, debido a la marca de un gobierno tricolor que, muchas veces, aunque injustamente, ha sido calificado como la peor de las últimas administraciones federales.

La gran ventaja del abanderado de Morena en las preferencias electorales, a tres semanas de los comicios, lo hacen ver como inalcanzable, igual que a fines de 2017, nadie podría sorprenderse si gana el 1 de julio próximo. Desde que se definieron las candidaturas presidenciales, la tabla de preferencias no ha tenido movimientos, a veces más a veces menos, pero la ventaja siempre favorece a AMLO.

A pesar de los esfuerzos de Meade y de Anaya sumados a la presencia de los candidatos independientes, Jaime Rodríguez Calderón y Margarita Zavala, tampoco fue suficiente para despeinar o hacer cosquillas al puntero.

Si se observa a quienes se mantienen en segundo y tercer lugar de las aparentes preferencias, según las encuestas, pareciera que hoy lo importante no es ganar la Presidencia de la República, sino el segundo lugar en los comicios del próximo primero de julio.

Tanto Anaya como Meade, han evitado tocar con el pétalo de una declaración a López Obrador y han preferido atacarse uno al otro. Desde finales de 2017, el PRI o el gobierno a través de los voceros priistas, inició una guerra de acusaciones en contra de Ricardo Anaya, con ello el tricolor demostró que su rival a vencer no es quien va en primer lugar, sino el panista, que ha sido apoyado por la Coalición Por México al Frente, en la que también apoyan el PRD y
Movimiento Ciudadano (MC).

A éste, se le ha acusado de haber tratado mal a Margarita Zavala hasta provocar su renuncia al PAN, se le acusó de antidemócrata al pasar por encima de su partido y de los demás de la coalición, para apoderarse de la candidatura presidencial, haciendo a un lado también al ex jefe de gobierno de la CDMX, Miguel Mancera.

Pero la peor y la más insistente de las acusaciones es la que le atribuyen, de haber lavado 54 millones de pesos, obtenidos por la truculenta venta de una nave industrial, recursos que pasaron por, entre 12 y 17 empresas y que viajaron por, al menos cinco países, para tratar de llegar blanqueados de vuelta a México.

En esta acusación, el gobierno y el PRI, a través de sus voceros y de la PGR, entre otras instancias oficiales han enfocado sus esfuerzos en acabar con el prestigio personal de Ricardo Anaya y la posibilidad de que sea Presidente de la República.

En esas condiciones, Anaya sí ha visto mermada su campaña, frenado su crecimiento y manchado su honor, así lo ha reconocido el propio Diego Fernández de Cevallos, quien es el abogado que se encarga de su defensa legal frente a los ataques oficiales. Sabedor desde dónde se dirigen los misiles acusatorios, la única respuesta de Anaya ha sido esa amenaza, de que meterá a la cárcel a Enrique Peña, y con ello ha tratado de evitar los ataques.

También ha dicho que el PRI y el gobierno han tratado de bajarlo de la contienda y para ello se ha utilizado facciosamente a la PGR, quien difundió videos oficiales y ha filtrado información, pero no se sabe si existe o no una investigación formal sobre los manejos financieros de Anaya.

En medio de todo este lodazal político, los partidos que integran las coaliciones se han encargado de confrontar a sus seguidores y militantes, en una lucha por el equivalente a la medalla de plata que no existe en las competencias políticas.

¿Cuál es la razón de pelar por un segundo lugar, cuando solamente el primero es el que podrá gobernar? ¿Por qué dejar el camino libre para que AMLO siga como puntero? ¿A caso es verdad que la promesa de perdón de Andrés Manuel López Obrador ha convencido a la “Mafia del Poder”?

Al concluir este proceso electoral, será necesario que los politólogos analicen y valoren si la democracia que tenemos los mexicanos puede rendir los frutos que esperamos de ella y si a esta clase de convivencia política se le puede llamar democracia.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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