Alberto Cuenca
Todos quienes se mantenían en la fila soltaron una expresión de asombro cuando el joven, de aproximadamente 28 años, abrió su morral y comenzó a sacar cajas llenas de cartuchos calibre .22 y las colocó sobre la mesa frente a los policías y soldados encargados del módulo de canje de armas.
Uno de los policías capitalinos contó la cantidad de cartuchos, acomodados en cajas de a 40 piezas cada una y sumó más de 700. Los soldados colocaron las cajas en un contenedor de plásticos para su resguardo.
Al joven le dijeron cuánto dinero le podían entregar a cambio de esa cantidad de proyectiles y él afirmó con la cabeza. Representantes de la Secretaría de Gobierno de la Ciudad le extendieron una hoja membretada y le dijeron que pusiera su nombre o una firma. Él garabateó una rúbrica y metió en un sobre blanco el fajo con billetes de a 500 pesos que le entregaron a cambio de las municiones.
Se fue con una sonrisa marcada en el rostro, no sin dejar de preguntarle a un policía hasta qué hora permanecería abierto este módulo. El uniformado le respondió que hasta las dos de la tarde y el joven miró el reloj de su celular; respondió que no le daría tiempo de regresar, pero sí lo hizo, como media hora después, cargando a la espalda el mismo morral del que un rato antes sacó los cientos de cartuchos.
Antes y después de este joven muchas personas pasaron por el módulo para entregar armas largas y cortas, algunas evidentemente oxidadas por el paso de los años y el desuso. Hubo al menos una decena de interesados que ya no fueron atendidos porque el módulo estaba por cerrar, pero les dijeron que podían regresar al día siguiente a partir de las 10:00 horas.
Carabinas, un rifle 30-30, una escopeta, revólveres, una Pietro Beretta, pistola con balas de salva y cartuchos de distintos calibres llegaban al módulo de canje de armas que el gobierno de la Ciudad y la Secretaría de la Defensa Nacional instalaron en el atrio de la Basílica de Guadalupe desde el lunes 21 de enero.
En cinco días de operación de ese programa llamado Sí al desarme, sí a la paz , se logró la recuperación y destrucción de 158 armas de fuego, de las cuales 140 son armas cortas y 18 largas, así como de 74 mil 580 cartuchos y seis granadas.
Tan solo el viernes 25 de enero se recibieron 37 armas cortas, seis armas largas y 24 mil 912 cartuchos, para dar un total de 43 armas en un solo día.
El programa, que cuenta con 20 millones de pesos para su operación y pretende recuperar 5 mil armas en un año, garantiza el anonimato y no hay ningún tipo de investigación hacia la persona que va a entregar un arma, de tal forma que si alguna pistola, por ejemplo, fue utilizada para cometer algún crimen, la evidencia se pierde pues así como llega al módulo de canje los soldados la destruyen de inmediato.
De ello se le preguntó a la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum cuando puso en marcha este plan de canje.
“El programa está hecho así, el objetivo de este programa es desarmar, ese es el objetivo, tiene años, desde hace mucho tiempo se aplica, tiene su normatividad (…) entonces lo más importante de este programa es desarmar”, dijo la mandataria.
De esta manera, si alguna persona llega a canjear un arma y no está conforme con la cantidad de dinero que se le ofrece, puede tomar el arma y retirarse, aunque sea una ametralladora o una pistola con un calibre de uso exclusivo del Ejército.
Aquellos que han obtenido dinero a cambio aceptan este programa de canje, pero también reconocen que tienen interés en obtener un arma por la vía legal para proteger su hogar y a sus familias.
Si bien dicen que es tarea de las autoridades garantizar la seguridad, lamentan que la delincuencia es tan grave que no está de más tener por lo menos una pistola en su vivienda.
