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LA MANO QUE MECE LA CUNA / La prensa chayotera

Si hay una lista de periodistas que obtuvieron contratos con el gobierno y hay facturas de por medio, quiere decir que todo se hizo de acuerdo con la ley y de una manera transparente, por si alguien quisiera ahondar en el tema posteriormente.

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Adrián Rueda

Gran escándalo se ha hecho por la difusión parcial que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador hizo en días pasado de una lista de periodistas que, según él y sus hordas en las redes, integran la prensa chayotera.

Seguramente muchos de quienes a todo periodista crítico de López Obrador llaman chayotero, ni siquiera tienen claro por qué ese usa ese adjetivo ni a quienes se les endilga; sólo lo conocen de “oídas”.

La difusión parcial de esa lista, que deja en claro el dolo con el que actúa el actual gobierno para tratar de intimidar a sus críticos en medios, es usada a la vez para tejer cortinas de humo para tapar las cosas que le salen mal, y que desgraciadamente son muy seguidas.

El hecho de que haya periodistas en listas de publicidad y difusión de los anteriores gobiernos no tiene nada de extraordinario, ni tampoco quiere decir que con eso compraba sus plumas.

Muchos medios y líderes de opinión hacen lo que el gobierno es incapaz de hacer: comunicar las acciones de una administración.

Pero si por cualquier motivo eso fuera ilegal, con la publicación de la lista tendrían que venir acciones legales. Si no contra los periodistas, sí contra las áreas que contrataron campañas o espacios publicitarios.

Los medios o los líderes de opinión son interesantes para el gobierno porque tienen capacidad de comunicar o de llegar a espacios con la credibilidad que regularmente los funcionarios no tienen.

Si hay una lista de periodistas que obtuvieron contratos con el gobierno y hay facturas de por medio, quiere decir que todo se hizo de acuerdo con la ley y de una manera transparente, por si alguien quisiera ahondar en el tema posteriormente.

Precisamente por eso es que ahora López Obrador puede tener al alcance la información de este y otros sectores: porque se hicieron conforme a la ley; se pagaron impuestos y se entregaron testigos de los trabajos hechos.

Malo hubiera sido –y seguramente hay casos- que el dinero saliera del gobierno sin dejar huella de quién le entrega y quién lo recibe. Ese sí sería un asunto “chayotero”, pues se hace desde las sombras para beneficiar o perjudicar a cualquier actor político.

Los pejistas y el mismo López Obrador se desgarran las vestiduras por los contratos de prensa, cuando el propio tabasqueño ganó las elecciones de 2000 con base al famosos “cochinito” que hizo Rosario Robles para su campaña.

Andrés Manuel llenó de contratos a La Jornada, a Carmen Aristegui, a Televisa, TV Azteca  y a José Gutiérrez Vivó, entre muchos otros, y los pagó con dinero público. Todo eso se hizo porque estaba permitido por la ley, como ahora.

No por eso a Aristegui, Gutiérrez Vivó o a los periodistas de La Jornada se les puede catalogar como “chayoteros” o prensa vendida. De hecho en este Gobierno de la 4-T hay una bolsa millonaria para difusión en medios, como en las anteriores administraciones.

¿Entonces de qué están hablando el tabasqueño y sus huestes, si en todo caso ellos están haciendo lo mismo?

¿De qué se ufana Jesús Ramírez, el vocero que no es vocero, porque ni siquiera lo dejan hablar, al hacer públicos unos cuantos nombres?

El único mérito de Ramírez, quien deja en claro que no se siente muy valorado por su jefe, es haber sido fiel a Carlos Monsiváis, quien lo presentó con López Obrador y eso es todo, porque una carrera sólida en medios, no se le conoce.

Más bien actúa como un resentido contra quienes sí han figurado en la comunicación y tienen reconocimiento público. Y también un poco para justificar lo que cobra en el gobierno, pues hasta la fecha ha quedado claro que nadie lo necesita.

Menos López Obrador, quien es su propio jefe de prensa, publicista y publirrelacionista; Ramírez está como la muñeca fea: olvidado en un triste rincón.

Por todas estas cosas, llama la atención que algunos de los periodistas implicados en la lista parcial se hayan enganchado y ocupado sus espacios para tratar de justificar lo que no tienen ninguna necesidad de hacerlo.

Caen en el juego de López Obrador y sin querer colaboran con él en la cortina de humo que quiere tender para tapar sus yerros al frente de la administración federal.

Quizá el único que hizo bien en salir a la defensa pública fue el historiador Enrique Krauze, debido a que los señalamientos en su contra han sido directos y que no es la primera vez que López Obrador lo quiere enlodar con sus mentiras.

Porque si para el tabasqueño el que la empresa de Krauze haya recibido contratos públicos –que son abiertos- para hacer documentales históricos, por cierto multi-reconocidos, es un tema de corrupción con los gobiernos anteriores, ¿cómo calificaría los actuales?

Porque no hay que olvidar que Elenita Poniatovska, tan querida por El Peje, ha recibido cantidades millonarias de los gobiernos anteriores –incluyendo el de Carlos Salinas de Gortari-, y en el actual no es la excepción.

En el Presupuesto Anual 2019 tiene asignados cinco millones de pesos, pero a ella no la considera “chayotera”, con todo y que siempre habla a favor de López Obrador.

Si el presidente decide no dar un solo peso del dinero público a ningún medio, pues que deje de hacerlo y ya, pero que no administre la información para desacreditar a los periodistas sin ejercer una sola acción legal.

Porque lo mismo hace con los evasores de impuestos, empresas farmacéuticas corruptas; constructores transas, funcionarios huachicoleros y demás fauna rastrera que, según él, han saqueado al país, pero a nadie mete a la cárcel.

Es más, ni siquiera los lleva ante el juez, pues es más redituable hacerles un juicio público y crucificarlos en las redes, donde él no necesita demostrar ninguna acusación y se convierte en el fiscal y en el juez.

Lo mismo pasa con la prensa chayotera: “corruptos” son quienes lo critican, pero nunca les demuestra nada; “honestos” quienes lo alaban, y ellos no muestran absolutamente nada.

Si en serio cree que los gobiernos “honestos” no tienen relación contractual con periodistas y medios, pues que le eche una revisadita por ejemplo al gobierno de Marcelo Ebrard, su canciller, en su administración al frente del Gobierno del DF de 2006 a 2012.

Seguro encontrará cosas muy interesantes en la materia, ahí sí, sobre “prensa chayotera”.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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