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LA MANO QUE MECE LA CUNA / ¿Puede El Peje vivir en Palacio?

Fiel a su costumbre de mentir y de engañar, hace unas semanas oficializó que se mudaría en definitiva con su familia al inmueble histórico, y que se olvidaría de su humilde hogar mientras fuera presidente.

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Adrian Rueda

@adrianrueda 

Hace un par de semanas Andrés Manuel López Obrador hizo oficial lo que todo mundo sabía desde el principio: que se mudaría en definitiva con su familia a vivir en Palacio Nacional, donde despacha todos los días.

Lo que parece una decisión sensata y hasta lógica, no lo es tanto a pesar de que sus aplaudidores lo apoyan como siempre.

En primer lugar, López Obrador presumió y fue muy aplaudido por rechazar mudarse a Los Pinos, la hermosa residencia oficial construida por Lázaro Cárdenas y en la que prácticamente todos los presidentes de la era moderna habían habitado.

Ese complejo, enclavado en una parte de Chapultepec, fue construido para servir como vivienda presidencial, pero también tenía la función de servir como oficinas y salones para atender las tareas propias del Poder Ejecutivo.

Recibir a mandatarios o visitantes distinguidos y brindarles, además de comodidad, seguridad absoluta, pues incluso ahí estaban cuarteles del Estado Mayor Presidencial y los guardias que cuidaban al presidente.

Facilitaba la logística para la llegada de helicópteros, autos y comitivas enteras, sin causar aglomeraciones o poner en riesgo a nadie.

Pero López Obrador argumentó que eso era un lujo innecesario, que era para fifís, y que él prefería vivir en su hogar familiar y trabajar todos los días en sus oficinas de Palacio Nacional, al que se trasladaría en su jetta.

Y para que no quedara duda, convirtió la Residencia Oficial de Los Pinos en un museo, el cual desde el primer día de su mandato todo mundo puede visitar, a fin de observar los lujos en que vivían todos los presidentes anteriores a él.

Sus seguidores aplaudieron ese gesto de “austeridad” en favor del pueblo, pues así les vendió la idea.

Pero desde el principio dejó ver su intención de ser inquilino de uno de los palacios más hermosos del mundo, con grandes salones, espejos, pinturas, comedores inmensos, candiles y muebles adornados con detalles de oro.

Nada más alejado de la austeridad republicana -y más aún de las “precariedades franciscanas” a las que tanto alude.

Empezó por decir que en Palacio había encontrado un lujoso departamento habilitado por el ex presidente Felipe Calderón, quien en ocasiones pernoctaba ahí a todo lujo.

Que si alguna vez él tuviera la necesidad de quedarse, ocasionalmente, con una hamaca y una cobija sería suficiente, pues no necesitaba más.

Fiel a su costumbre de mentir y de engañar, hace unas semanas oficializó que se mudaría en definitiva con su familia al inmueble histórico, y que se olvidaría de su humilde hogar mientras fuera presidente.

También olvidó de la hamaca y mandó a comprar los muebles en la tienda departamental de Liverpool. Sí, justo una de las favoritas de los fifís y conservadores que tanto alucina el tabasqueño.

Para bajarle un poco, su oficina informó que la despensa la habían hecho en Walmart, la cadena favorita de Marcelo Ebrard que durante su mandato en el DF creció en número de sucursales, cuando casualmente uno de sus hermanos era gerente para América Latina.

En términos prácticos, El Peje se negó a habitar la Residencia Oficial de Los Pinos; renegó de su humilde hogar, y eligió vivir como monarca, en un lujoso palacio rodeado de lujos, guardias y sirvientes.

Hace lo que criticó a Felipe Calderón, que habilitó un departamento en ese lugar, pero lo rebasa por la derecha al mudarse con toda la familia presidencial a darse una vida de monarca.

Pero el tabasqueño debería pensar otra vez sus intenciones, por dos razones fundamentales: la primera es que Palacio representa los lujos y excesos que tanto critica. La segunda podría ser una razón de peso que lo podría echar fuera del lujoso inmueble.

Resulta que más de un urbanista se dio a la tarea de buscar a través de Transparencia si en los últimos meses alguien ha solicitado -y si se ha autorizado- alguna modificación al inmueble; la respuesta oficial es que no hay movimientos en ese sentido.

Y aquí es donde puede saltar la liebre, pues da la casualidad que el uso de suelo de Palacio Nacional no permite que sea usado como vivienda familiar, sino como oficinas para actividades de gobierno.

Es más, tampoco se tiene registro del Instituto Nacional de Antropología e Historia, del INBA o de cualquier otro organismo encargado de la administración de ese inmueble histórico, autorizando modificación alguna.

Por ese motivo, lo que procedería de inmediato es que tanto los organismos responsables, como la propia alcaldía de Cuauhtémoc, revisaran el papeleo para verificar que todo esté en orden… o en desorden.

Si se descubrieran anomalías en las intenciones de la familia presidencial de mudarse a un palacio, una de las autoridades que tendría que intervenir -y de manera enérgica- sería la propia Claudia Sheinbaum.

Si el pretexto es que antes de El Peje ya habitó ahí Calderón, quien construyó un pequeño departamento, incluso la decisión de la jefa de Gobierno tendría que demoler lo construido ilegalmente.

Si el Palacio Nacional es un inmueble histórico y protegido, en el que la ley impide que sea utilizado como vivienda, pues entonces no se puede y ya, porque se estaría violando el uso de suelo.

Si todo está en orden, pues que se diga y adelante, pero que se despejen las dudas.

Independientemente de ello está claro el engaño de El Peje al hacerse pasar como hombre sencillo y austero por no querer ir a Los Pinos; por usar trajes chafas y que le quedan grandes o mentir conque usa su jetta, cuando se transporta en camionetas blindadas.

Además, al anunciar que se mudará junto con su familia a Palacio Nacional, para lo cual hizo a Liverpool “parte de su vida”, el tabasqueño puso contra la pared a Sheinbaum, quien ha presumido su lucha contra el abuso inmobiliario en la capital.

Así que la frase presidencial emitida para decirle a Claudia que no estaba sola -y que reafirmó que en realidad está completamente sola, le puede pesar mucho si se ve obligada a aplicar la ley… o violarla, en caso de que haya anomalía en la imperial decisión pejista.

Buen tema para la moderna regenta de la 4-T.

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