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Los planes A, B, C y D de López Obrador

Ser cuidadosos y quirúrgicos, no significa ser débiles o dóciles.

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Pablo Trejo

En la actualidad, las relaciones económicas están tan estrechamente conectadas, que resultaría casi imposible alterar cualquier actividad sin que se registren consecuencias en otras. Digamos si sube de precio la gasolina, todos sabemos que subirán de precio muchas cosas más, o si sube el precio de la carne de cerdo, es altamente probable que suban de precio los tacos al pastor, y así hasta el infinito.

Cuando el presidente norteamericano anunció que su país impondría cuotas arancelarias extraordinaria al nuestro, como medida de castigo por no contener la inmigración ilegal de centroamericanos, nunca se puso a pensar los resultados negativos que dicha acción puede tener en su economía, pero conociendo el estilo y la impetuosidad de Trump, tampoco podía esperarse demasiado.

Ante esa amenaza, e independientemente de iniciar la búsqueda de alguna solución diplomática que evite el desaguisado, algunos especialistas en comercio internacional han comenzado a sugerir que nuestra respuesta debería ser la adopción de medidas espejo, lo que podría ser una respuesta lógica, ya que no podemos quedarnos contemplando decisiones unilaterales sin siquiera respingar por ello, pero si tomamos una medida de esa magnitud a la ligera, podríamos estar auto agrediéndonos y complicando la existencia de algunos sectores fundamentales en nuestra economía.

Por ejemplo, si eleváramos la tasa a productos como la ropa de lujo, el impacto se focalizaría tan solo en un sector minoritario de la población. Lo mismo sucedería con aquellos bienes que podrían ser sustituidos por otros de características similares, como por ejemplo las bebidas alcohólicas ya que la gente bebería más tequila y menos wiskey norteamericano.

Por el contrario, si aumentásemos los aranceles a artículos fundamentales en los procesos de manufactura, u otros como algunos granos que sirven para alimentar a nuestros animales, las consecuencias podrían ser doblemente negativas, ya que aumentarían los precios de la carne, y eso ocasionaría un efecto inflacionario.

Ser cuidadosos y quirúrgicos, no significa ser débiles o dóciles. Nuestras autoridades deben tener la claridad sobre que productos deban incluirse en la lista de los aranceles espejo, a la vez de hacer un llamado a la población para reducir el consumo de productos norteamericanos. La vía más segura para dar reversa a las medidas de Trump, sería la de obligar a sus propios compatriotas a que le soliciten la rectificación de las medidas anunciadas. Es cierto que estamos ante un escenario muy desventajoso, ya que el flujo de nuestras exportaciones resulta vital para nuestra economía. Tan solo durante el mes de abril, nuestras exportaciones a ese país sumaron 30 mil 381 millones de dólares.

Si el castigo arancelario resulta proporcional a la disminución en el consumo de nuestros productos, un diez por ciento significaría pérdidas por 3,100 millones de dólares mensuales en promedio, lo que no podemos soportar por mucho tiempo.

El reto es enorme y pondrá a prueba el temple de nuestro presidente, y seguramente será el sello de nuestras relaciones para los próximos cinco años. Mas vale que estemos preparados con un plan B, un C y un D.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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