Gianfranco Vidal
Sin dudas, estos han sido intensos meses para el presidente Andrés Manuel López Obrador. La vorágine de acontecimientos ha sido muy intensa, en primer lugar, la elección del pasado 1º de junio nos da una lectura franca de la situación política a nivel nacional; en segundo lugar, las cifras y los datos duros no mienten, aunque el presidente tenga otros datos, no vamos “requetebién”; y para poner más interesante el asunto, el presidente Donald Trump amenaza a México con la imposición de aranceles a las exportaciones mexicanas hacia nuestro vecino del norte, lo que pinta de cuerpo entero la fragilidad de nuestra economía, nuestra dependencia de Estados Unidos y la falta de definición en la política exterior del gobierno de México.
Inicialmente, la lectura de la pasada elección en: Puebla, Baja California, Aguascalientes, Durango, Quintana Roo y Tamaulipas, es la victoria de MORENA, las dos gubernaturas que estaban en juego fueron obtenidas por sus candidatos. El efecto ola de la elección presidencial del año pasado se repitió en estos comicios, sin embargo, dicha ola perdió fuerza y altura. La imagen del presidente López Obrador es vital para el movimiento, MORENA arrasó en Baja California, tras 30 años de cacicazgo panista, se ganó la gubernatura, todas las alcaldías y diputaciones. En Puebla (igual que Baja California, bastión panista) la coalición que postuló a Miguel Barbosa ganó, pero, el PAN tuvo incluso más votos que MORENA solo, fue la alianza con el PT la que concedió la victoria a Barbosa. En Quintana Roo crece la presencia de MORENA, donde se ganaron 11 diputaciones de las 15 en juego. Sin embargo, en Aguascalientes y Durango los resultados son adversos, decrece la presencia de los gobiernos morenistas. Finalmente, en Tamaulipas gana el PAN prácticamente todos los municipios.
¿Qué interpretamos de dichos resultados?, MORENA no es invencible, si bien ganó las joyas de la corona, su votación bruta fue a la baja. La imagen de López Obrador es fundamental para el efecto de arrastre hacia los candidatos de su partido, sin él, cae su votación. Por tanto, el presidente hará todo lo posible para que la revocación de mandato sea el mismo día que la elección intermedia en 2021 y así ayudar a sus candidatos. Por otro lado, el PRI esta por los suelos, además de tener los peores resultados de su historia, se encamina hacia la extinción a nivel local en varios estados. Si dicho partido quiere volver a ser una opción real para los mexicanos, debe de llevar a cabo una radical reforma interna. ¿El gran perdedor?, el PAN sin lugar a dudas, aunque salga Marko Cortés a decir que crecieron; se perdieron dos de las gubernaturas más importantes para el panismo, el bastión desde hacia 30 años y una de las entidades más pobladas del país, además de perder prácticamente todo Quintana Roo. Si bien creció en Tamaulipas, Aguascalientes y Durango, esto solo da una advertencia rumbo a 2021, o se reforma la vida interna del PAN y se vuelve una opción real de contrapeso, un partido que abandere las causas económicas y sociales, o para 2024 la hegemonía de MORENA será total. Si siguen los allegados a Anaya y Marko Cortés en el poder, el partido se encaminará a donde esta el PRI hoy.
¿Cómo lidiar con el bully?
“Me gusta provocar a mis adversarios para ver cómo reaccionan; si son débiles los aplasto y sin son fuertes, negocio”, eso escribía Donald Trump en 1987, en su libro El arte de negociar.
La administración del presidente López Obrador no inició en los mejores términos, en cifras económicas el primer trimestre del año ha tenido la peor tasa de crecimiento desde 1994, tras el famoso “Error de Diciembre”; la inseguridad nunca había estado peor, el aumento en secuestros en la Ciudad de México ha sido del 550%, la extorsión aumentó en 127% y el robo a negocios en 62%. Todo esto sin entrar en detalles sobre la cancelación del NAICM, la cual creó incertidumbre y una caída en la inversión privada, tanto nacional como extranjera. Aunque, las peores consecuencias económicas se reflejarán en el largo plazo. La caída en la inversión pública por una reingeniería del gasto hacia proyectos como la refinería de Dos Bocas y el tren maya.
Pero, la gota que ha derramado el vaso de los malos manejos y la ineptitud ha sido la amenaza del presidente estadounidense con imponer aranceles a las exportaciones mexicanas, iniciando el pasado lunes 10 de junio con un 5% asta alcanzar un 25%. Todos los analistas económicos, empresarios y demás sectores de la sociedad tanto mexicana como estadounidense, coinciden en que dicha imposición hubiera tenido efectos catastróficos para nuestra frágil economía. López Obrador puede tener el control mediático interno, pero su alcance tiene un límite con el vecino del norte. Podrá controlar los poderes fácticos en México, cancelar un aeropuerto, poniéndose en contra del mismo Carlos Slim; podrá manipular a las instituciones a su beneplácito, pero contra Donald Trump poco a nada puede hacer.
¿Que podemos sacar de esto?, sin lugar a dudas, esta es una estrategia de Trump para su reelección el año que entra. Se agarró del rival más débil para utilizarlo en su juego; bajo el pretexto de emergencia nacional el presidente norteamericano ha roto los lazos de amistad con nuestro país, y con prácticamente todas aquellas naciones que alguna vez fueron sus aliados.
México cedió rápido y sin resistencia alguna, contrario a lo declarado por el canciller Marcelo Ebrard, sí perdimos dignidad. Muchas interpretaciones puede haber, algunos dirán que nuestra única alternativa era aceptar los términos fijados por Trump y así evitar una crisis económica, otros dirán que México debió haber sido mucho más firme y negociar con paciencia. Sin embargo, el acuerdo alcanzado por la delegación mexicana en Washington no garantiza nada, solo nos da 45 días más, antes de que nuevamente Trump amague a México a su juicio. Coloquialmente dicho, nos trae contra la pared.
Personalmente, me parece correcto que México haya cedido a las exigencias de Trump, así evitamos problemas económicos mayores durante los próximos 45 días. Se debe aplicar a cabalidad el estado de derecho en nuestro país, no debe haber inmigración ilegal, esta debe ser ordenada y controlada según estándares internacionales. Se debe sellar la frontera sur, por donde entran drogas y criminales a nuestro país. Sin embargo, estoy profundamente en contra de que seamos “Tercer País Seguro”, primero se deben atender las necesidades y carencias de los propios mexicanos antes de destinar recursos a extranjeros. Por otro lado, en estos 45 días el trabajo de México debe ser intenso, debemos acudir a las instancias internacionales como la Organización Mundial de Comercio, para que se apliquen las normatividades a cabalidad. Debemos diseñar una estrategia integral, argumentos sólidos y medidas legales firmes, formar una delegación compuesta por los más experimentados cabilderos, abogados, financieros, economistas, empresarios y líderes políticos. Debemos buscar a los aliados en Estados Unidos, buscar a los demócratas, a los gobernadores fronterizos y demás congresistas republicanos provenientes de aquellos estados afectados por una guerra comercial con México. A los empresarios y demás sectores sociales, a los jueces y magistrados, etc. Tenemos 45 días para diseñar una estrategia implacable.
Finalmente, debemos persuadir para la pronta ratificación del T-MEC en México y en Estados Unidos. De esta forma lograremos mayor certidumbre legal y económica y podremos poner más frenos a la política del bully.
Esta es la primera mayor prueba para el presidente mexicano, veremos si es capaz de estar a la altura de un estadista. Por mientras, su ausencia en el G20 nos deja un mal sabor de boca.
