Connect with us

Influyentes

CRÓNICAS DE LA CIUDAD / San Lázaro, entre chiles jalapeños, leprosos y los cigarros de mota

Nada ni nadie supera las aventuras de Dolores Estévez, “Lola, la Chata”.

Published

on

Pedro Flores

La zona de San Lázaro, al oriente de la ciudad, desde épocas prehispánicas se ha caracterizado por ser un barrio insalubre, ya que era una isleta rodeada de agua propensa a enfermedades y epidemias, en donde se asentó un cementerio y marginaban a los leprosos; así se convirtió en el centro de operaciones de Dolores Estévez, “Lola, la Chata” o “La abeja reina”, como era también conocida.

Durante el periodo colonial siempre fue un barrio poco poblado, en la administración civil estaba sujeto al ayuntamiento de San Juan Tenochtitlán, mientras que en lo eclesiástico dependía de la parroquia de San Pablo, y después de la reforma parroquial que realizó en 1771 el arzobispo Lorenzana, y que dividió a la ciudad en 13 parroquias, dependió de la parroquia de la Santa Cruz y la Soledad.

Conforme la ciudad crecía y el lago de Texcoco se secaba paulatinamente, quedaron como vestigios dos acequias y varias ciénegas, a donde llegaban bandadas de patos silvestres en otoño e invierno, por lo que el lugar se popularizó como una zona de caza y venta de estos animales, junto a la ermita  de la Candelaria; de ahí sobrevino el nombre de Candelaria de los Patos.

Existen algunas leyendas sobre la zona, como aquella que señala que en dicho lugar, conocido como Maztlazáhuatl, cuando llegaron los españoles le pusieron por nombre San Lázaro (protector de los enfermos) porque mandaban al cementerio que ahí se encontraba a todas las víctimas de la epidemia de peste negra y lepra acaecida en 1723.

Precisamente en donde está ahora la Cámara de Diputados, dice otra leyenda que había un puente en donde  en una noche fría, mientras un indio cazaba patos en la laguna del puente Rosario, se le apareció el fantasma y le dijo: “Estoy aquí para ayudarte, yo te haré inmensamente rico”, le explicó cómo sería y lo llevó a donde estaba el tesoro enterrado.

Le pidió que sacara el dinero puntualizándole que la mitad de lo que había ahí sería su recompensa, la otra mitad se la daría al clero para que hicieran misas en su nombre y así su alma pudiera encontrar el eterno descanso.

El fantasma desapareció y el indio, al encontrarse solo, ignoró las instrucciones que el ente le había dado, sacó un poco de dinero y lo despilfarró. Las noches siguientes, el hombre regresaba para sacar más dinero, gusto que le duró poco, porque un día al dirigirse al cofre, escuchó una voz que le decía: “¡No toques más ese cofre, no seguirás robando mi oro!”.

Él respondió: “Ahora sí cumpliré la promesa”; el fantasma le dijo: “Antes de eso cárgame en tu espalda y llévame hasta una iglesia”.

En el lugar el indio escuchó nuevamente al fantasma: “No me bajaré de ti hasta que le entregues al padre del templo la mitad del dinero y le digas que haga las misas en mi nombre, de lo contrario, te pesará”.

La mente del indio comenzó a trabajar, y pensó que no cumpliría las indicaciones de esa alma maligna, sólo le pediría al padre que hiciera las misas y el dinero sería para él; el fantasma leyó su mente y le dijo: “¡No, ni lo pienses, debes cumplir con todo lo que prometiste, o jamás me bajaré de ti”.

El indio corrió por las calles asustado y gritando: “¡Quítenme este fantasma, por el amor de Dios!”. La gente pensaba que estaba loco, pero un día el indio no aguantó más, quedó inmóvil y murió, la gente vieja del barrio dice que hay diputados que siguen buscando el oro.

 

Nadie le enseña hacer chiles a Clemente Jacques

Así como alguna vez el presidente Porfirio Díaz dijo que la penitenciaría se edificara en los lejanos llanos de Balbuena, en 1887, el empresario francés Clemente Jacques, a quien por cierto se le atribuye la creación y comercialización del clásico juego de la lotería, cuyos personajes como El valiente, La dama, La muerte, o figuras como El nopal, La chalupa, que se “cantaban” en las fiestas y juegos populares, compró un extenso terreno en San Lázaro.

Su principal actividad cuando llego a México fue la comercialización de varios artículos, como naipes, granos, semillas y alimentos enlatados, y decidió instaurar la primera fábrica procesadora de alimentos en México, que se convirtió en pionera de la industria de conservas en América Latina con sus deliciosos chiles jalapeños, preparados con su receta única.

Una vez que su proyecto tuvo éxito, Don Clemente Jacques comenzó a producir una gran cantidad de alimentos enlatados, como frutas en almíbar, patés, aceitunas, salchichas, verduras, atún y muchos más, ahora en dicho predio hay una unidad habitacional.

Dicha empresa fue emblemática en la zona por su ubicación estratégica durante muchos años (frente  a la estación de San Lázaro del Ferrocarril, edificada en el Porfiriato, en 1878, y que surtía de productos venidos de Puebla, Veracruz y  Oaxaca). Años más tarde, la estación fue deshabilitada y sólo se conserva el arco de la portada de lo que fue la estación.

 

Dolores Estévez, Lola “La chata” o “La abeja reina”

Dolores Estévez, Lola “La chata” o “La abeja reina”, como también era conocida, fue producto de una familia disfuncional, lo que la llevó a “recorrer desde muy pequeña diversos estados de la República, en donde aprendió toda clase de mañas del mundo del narcotráfico. Así, a los 28 años de edad fue considerada la reina definitiva del mercado de drogas en México.

“La abeja reina” vivía por la calle de San Simón, cercana al mercado de la Merced, pero su centro de operaciones era la Candelaria de los patos. La historia señala que desde ahí controlaba la distribución de drogas en el Distrito Federal, mariguana traída de Guerrero y Tlaxcala, y enviaba algunos cargamentos a Nogales, Tijuana, Mexicali y Ciudad Juárez en la década de los 30 y 40.

Lola “La chata” tenía una gran influencia en el gobierno y en los altos mandos de la policía de esa  época, por eso salía siempre bien librada de muchos escándalos en los que se vio involucrada, como el que sucedió en el cabaret “Wakikí”, en 1938.

Un día, hubo un escándalo en dicho centro, al ser arrestada, dijo que todo había sido una trampa de Luis Huesca de la Fuente, quien era el jefe de la policía antinarcóticos y principal distribuidor de heroína en la capital. El escandalo fue mayúsculo, ya que en él se vio implicada una señora de nombre María Dolores Naranjo, a quien se le acusaba de utilizar a sus hija de 12 años para distribuir la droga.

Finalmente, tras una investigación “hasta sus últimas consecuencias,” Luis Huesca fue liberado por falta de méritos, ya que no se le encontró culpabilidad alguna, y a Lola “La Chata” y María Dolores Naranjo también las liberaron sin cargo.

 

Cigarros de mariguana marca ‘Ratero’

“La abeja reina” tuvo varios matrimonios o “arrejuntes”, como ella decía; sin embargo, siempre guardó mucho respeto con su compadre y surtidor de  “juanita”, José del Moral, quien era su compadre y fue el que le propuso “ampliar el negocio” fabricando cigarros de mariguana para hombres y mujeres.

A Lola “La chata” no le pareció mala idea y pusieron manos a la obra. Los cigarros eran gruesos como un dedo, pero los de dama eran más delgados, e incluso hechos con papel arroz para que tuvieran mejor presentación y aceptación entre el sector femenino, que era un mercado al que querían entrar. La marca fue “Ratero”

Claro, en la cajetilla decía que era bueno para curar asma, bronquitis, dolores de pecho y pulmón. La primera entrega tuvo mucho éxito, pero “desgraciadamente” a las autoridades no les pareció muy buena la idea y detuvieron a Del moral, obviamente a Lola “La Chata” la deslindaron de toda culpa.

En ambos casos, cualquier similitud con nuestra actual situación es mera “coincidencia”…

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

Continue Reading
Advertisement Article ad code

Los influyentes

Twitter

Facebook

Advertisement Post/page sidebar widget area

Recientes