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La vida no vale nada

¿Qué tanto puede preocupar la muerte de 147 periodistas, 15 mujeres entre ellas, desde el año 2000 en nuestro país?

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Hugo Morales Galván

Decía José Alfredo Jiménez que la vida no vale nada. La cifra de homicidios en México parece que le dio la razón. Y si se trata de periodistas, ni duda cabe. La vida no vale nada. En menos de una semana tres periodistas fueron asesinados. Dos el mismo día. Y el Presidente de la República, tan acostumbrado a expresar su desprecio a la prensa crítica, no les dedicó ni una línea de sus casi 15 horas de conferencias matutinas. México es un país donde el jefe de 80 mil policías amenaza de muerte a un periodista, y nada sucede.

¿Qué tanto puede preocupar la muerte de 147 periodistas, 15 mujeres entre ellas, desde el año 2000 en nuestro país? ¿Preocupará a alguien que desde el 2005, haya 15 comunicadores desaparecidos? Para muchos es insignificante la cifra, si tomamos en cuenta que México es un río de sangre. Las muertes violentas se han enseñorado del territorio nacional. En el 2018, 34 mil 202 personas fueron asesinadas, y en el primer semestre del 2019, otras 17 mil 500 perdieron la vida por causas violentas.

El Gobierno de la 4ta se está convirtiendo en el más letal para periodistas.  En lo que va del gobierno de Andrés Manuel López Obrador 14 periodistas han sido asesinados. Aquí los nombres: 2018: Jesús Alejandro Márquez (1 de diciembre, Nayarit); Diego García Corona (4 de diciembre, Estado de México). 2019: Rafael Murua (20 de enero, Baja California Sur); Jesús Eugenio Ramos Rodríguez (9 de febrero, Tabasco); Reynaldo López (16 de febrero, Sonora); Santiago Barroso (15 de marzo, Sonora); Omar Ivan Camacho (24 de marzo, Sinaloa); Telésforo Santiago Enríquez (2 de mayo, Oaxaca); Francisco Romero Díaz (16 de mayo, Quintana Roo); Norma Sarabia Garduza (11 de junio, Tabasco); Juan Escamilla Bautista (23 de junio, Tamaulipas); Rogelio Barragán (31 de julio , Guerrero); Édgar Alberto Nava López (2 de agosto, Guerrero); y  Jorge Celestino Ruiz Vázquez (2 de agosto, Veracruz). ¿Quién sigue?

Canallas, fifís, machuchones, conservadores, callados como momias, hipócritas, mentirosos, golpistas. ¿Qué calificativo no ha aplicado, López Obrador en sus conferencias matutinas contra quienes han exhibido su falta de congruencia? Entre lo más llamativo es su llamado a la austeridad, que implicó al despido de decenas de miles de servidoras y servidores públicos sin respeto a sus derechos laborales. En cambio, el mandatario no soportó que un medio digital exhibiera su incongruencia. Envió a su hijo menor a un campamento de verano con un costo de 64 mil pesos por 14 días. AMLO explotó de rabia. Acusó de corrupción al medio y aseguró que fue uno de los espacios privilegiados por gobiernos anteriores. Mintió. El medio le exigió pruebas. Lo paradójico del Presidente es que varios de sus actuales operadores de comunicación colaboraron en este medio.

Las expresiones del presidente mexicano son consideradas discurso de odio. Polariza a sus seguidores contra opositores y en particular con los medios de comunicación que no le son afines. Artículo 19, la Relatoría para la libertad de expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la Unión Europea y comisiones de la Organización de las Naciones Unidas, han hecho pública su preocupación de lo graves efectos que conlleva la actitud de mandatario mexicano. Su respuesta a medios críticos es cruel: “pórtense bien”.

El trato presidencial a la prensa crítica es una tragedia peligrosa. Sus homilías mañaneras son la incitación para que sus seguidores puedan sentirse autorizados a pasar de las agresiones verbales a las físicas. No faltará tampoco (delincuente organizado o no) quien asuma que matar a un periodista no significa castigo alguno. Como no lo ha habido en el caso del fotógrafo Rubén Espinoza, Alejandra Negrete, Mile Virginia Martín, Nadia Vera y Yesenia Quiroz, torturados y ejecutados el viernes 31 de julio de 2015 en la colonia Narvarte en la CDMX.

Es grave que el López Obrador no asuma las consecuencias de sus palabras. Guardadas las proporciones, pero el discurso de odio, racista y xenófobo, del presidente Donald Trump contra personas migrantes desembocó en tres masacres del pasado fin de semana.

¿Qué debemos de esperar que suceda para que el Presidente mexicano detenga sus agresiones a los periodistas y a los medios de comunicación críticos? ¿Cuánto cuesta la vida de un periodista? ¿O la vida no vale nada?

Foto: Getty Images

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