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Martí, políticamente muerto

Descollaba como una joven promesa política desde una izquierda no dogmática. No provenía de las juventudes comunistas, sino de un sector novedoso que hacía del nacionalismo una expresión de izquierda mexicana y latinoamericana, que como decía el líder histórico del Movimiento 19 de Abril de Colombia (M-19), Jaime Bateman Cayón, buscaba hacer la revolución al ritmo de cumbia…

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Hugo Morales Galván

Descollaba como una joven promesa política desde una izquierda no dogmática. No provenía de las juventudes comunistas, sino de un sector novedoso que hacía del nacionalismo una expresión de izquierda mexicana y latinoamericana, que como decía el líder histórico del Movimiento 19 de Abril de Colombia (M-19), Jaime Bateman Cayón, buscaba hacer la revolución al ritmo de cumbia.

En su crecimiento político hubo un personaje central: René Bejarano. El “profe”, ex líder magisterial, lo adoptó políticamente, lo impulsó y lo protegió. Fue así como se convirtió en un político a quien muchos consideraban representante de una nueva generación que permitiría airear las viejas estructuras partidistas. Junto con sus hermanas se convirtió en un referente de activismo y lucha política. Sin embargo, no pudo superar sus limitaciones y ambiciones. René lo salvó hasta del desbarrancamiento por la Leche Betty. Hasta eso le quedó a deber.

La gran promesa que dirigió los rumbos de la entonces Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) pagó mal a su mentor. Máxime cuando, Bejarano se convirtió en “El señor de las ligas” y cayó en desgracia yendo a parar a un reclusorio capitalino. Todos vieron como un “apestado” a Rene, pese a los múltiples favores que les concedió. Prefirieron guardar distancia. Pero la rueda política de la fortuna siguió dando vueltas. El “profe” salió libre y siguió operando dentro del PRD y desde fuera, como lo hace ahora, sin ser parte formal de Morena, pero cuyo trabajo sigue siendo un atractivo electoral, y ha sabido mantener posiciones. Bejarano supo cerrar la boca, supo aguantar vara sin delatar a nadie sobre el destino de los fajos de dólares que recibió del ahora revivido Carlos Ahumada a través de Rosario Robles.

Bejarano es un político curtido. Hoy su esposa es vicepresidenta de la Cámara de Diputados y liderea la línea dura de Morena, ante un experimentado y brillante pero ya decadente Porfirio Muñoz Ledo. Por las manos de Ariadna Montiel pasa la política social de Andrés Manuel López Obrador. Y Ariadna no da un paso, sin consultar con el “profe”.

Amor con amor se paga, dice la canción y es una de las frases recurrentes de López Obrador. Pero Martí Bartres no ha sabido pagar con amor los amores recibidos. Como Jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard lo designó titular de Desarrollo Social y diferendo político motivó que le pidiera la renuncia. Nos guste o no, es procedente cuando en cargos de confianza, se pide la renuncia. Con Martí no sucedió así. Armó una rebelión pública contra Ebrard, se atrincheró en la institución y Marcelo procedió entonces a su destitución. Debieron intervenir otros actores políticos para explicarle al “joven maravilla” que debía entregar la institución. También denunció el autoritarismo de Marcelo y lo antidemocrático de su decisión. Paradojas del destino con un lobo de mar. Marcelo es ahora el secretario de Relaciones Exterioes (SRE) y jugador seguro en la elección presidencial del 2024. Más aún, de su alianza con Ricardo Monreal es posible que Mario Delgado sea el futuro presidente de Morena, quitando el control del partido a Yeidckol Polvesky, e incluso a Bertha Luján.

Martí no sabe elegir sus batallas. En consecuencia, pierde todas. Sabía que la presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara de Senadores fue una concesión por haber admitido sin reparo alguno la encuesta patito con la que Morena (Andrés Manuel) designó a Claudia Sheinbaum, candidata a Jefa de gobierno. Monreal perfilaba a Cristobal Arias para el cargo. Lo retiró para que Bartres ocupara el cargo y evitar una crisis inicial en Morena. Martí no entendió que no era una concesión con base a su fuerza política o reconocimiento a su capacidad. Pero las reglas fueron claras. En el siguiente periodo legislativo habría rotación. Lejos de entenderlo, se empecinó en relegirse. Echó a andar su inexperta maquinaria en contra de quien ha sido senador, diputado federal, gobernador de Zacatecas, Jefe Delegacional. El “joven maravilla” nunca entendió el desequilibrio de fuerzas.

Sus reacciones reflejan a un político inexperto, lastimosamente perdedor. Presumió, sin probar, la corrupción de quienes votaron en su contra. Se los echó encima. En cuestión de días se diluyó la fastuosa ceremonia de su primer informe de labores, con gran convocatoria, para transformarse en un fantasma en el Senado. Y no tiene a dónde irse.

 

 

 

 

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