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LA MANO QUE MECE LA CUNA / A El Peje le estorba Morena

Recientemente Andrés Manuel López Obrador amenazó con renunciar a Morena si este partido se corrompía, y por lo que se ve va a tener que cumplir su amenaza porque los morenos están más podridos que una manzana agusanada.

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Adrián Rueda

Recientemente Andrés Manuel López Obrador amenazó con renunciar a Morena si este partido se corrompía, y por lo que se ve va a tener que cumplir su amenaza porque los morenos están más podridos que una manzana agusanada.

La advertencia de El Peje deja entrever que en su obsesión por pasar a la historia como el gran reformador del México moderno, es capaz de mandar todo al carajo –como dice él- con tal de no verse manchado por quienes invitó a construir ese partido.

El tabasqueño fundó Morena para utilizarlo de vehículo y poder llegar a la Presidencia de la República, que se convirtió en su obsesión. Aunque lo niegue, su lucha siempre ha sido obtener el poder por el poder.

Ya es presidente de la República y tiene el poder casi absoluto, más allá de lo que creía imaginable, por lo que sería imperdonable que su propio partido, inmerso no sólo en corruptelas, sino integrado por verdaderos pillos, manche su nombre.

Si bien es cierto que quiere heredar esa organización política a sus hijos, ya no la necesita para seguir andando el camino que se trazó, y se le está convirtiendo en un pesado fardo que no tiene por qué cargar más allá de 2024.

Claro que en su interés está conservar el dominio absoluto de Morena con miras a las elecciones intermedias, pues para su proyecto es vital tener amarrada la Cámara de Diputados.

Si no incide en la elección de los candidatos puede perder el control del Legislativo y sus iniciativas más importantes perderse en el limbo de las comisiones.

Igual necesita mantener su influencia en los estados y municipios clave para sacar a flote sus principales proyectos sexenales, y mantener el orden en las comunidades que se verán afectadas –para bien o para mal- por las obras.

De todos modos el partido le estorbará y no sería nada extraordinario que la amenaza de renunciar a él se haga realidad, sobre todo en los últimos meses de su administración, pues se prevé que para entonces habrá perdido el poder casi absoluto que hoy detenta.

En primer lugar se iría porque los diputados, gobernadores y alcaldes de su partido le restan en lugar de sumarle; lo jalan hacia abajo.

Tiene que cargar con los escándalos que Morena genera en las cámaras de Diputados y Senadores por el reparto de los espacios de poder. Los morenos pelean a navajazo limpio para quedar al frente del Congreso y no les importa pasar por encima de las leyes.

Los ciudadanos –incluso los pejistas- no ven nada bien los agandalles de personajes que buscan el poder por el poder, como Martí Batres y Dolores Padierna, por ejemplo, lo cual daña la imagen presidencial.

Pero no sólo pasa eso en el Poder Legislativo, sino en varias gubernaturas donde gente que él personalmente encumbró, ha hecho tan mal papel que le pega de lleno al proyecto de la llamada Cuarta Transformación, que hasta el momento es una transformación de cuarta.

Un ejemplo claro es Cuitláhuac García en Veracruz, quien en unos cuantos meses ha dejado en claro su ineptitud para el cargo, y que no se cohibió al ordenar a su bancada atropellar las leyes y destituir al fiscal del estado para tratar de desviar la atención pública ante sus pifias.

Pero no es el único, está el caso de Javier Bonilla en Baja California, que aún no asume como gobernador y ya ordenó torcer la ley para quedarse cinco años al frente de la administración, en lugar de los dos para los que fue elegido.

Lo mismo pasa con senadoras empistoladas que con alcaldes mafiosos; todo ello le pega al partido y en una de esas puede salpicar a El Peje. Si eso pasara tomaría la decisión política de deslindarse de Morena.

Esa sería una tragedia para los arribistas y quienes quisieron lavarse la cara con el nuevo partido que los eximió de todos sus pecados, porque sin el halo mesiánico de su líder no ganarían ni una elección para presidente de manzana.

Todos, hasta los que nunca habían tenido nada, presumen que 30 millones de votos los respaldan, como si la gente hubiera votado por ellos y no le debieran su triunfo a López Obrador.

La sola posibilidad de tener que hacer campaña –porque la mayoría no tuvo necesidad de hacerla-, de dar la cara y tener que pedir el voto a título personal les da pavor, pues saben que solos no son nada.

Sin embargo hay otros que no verían nada mal que El Peje renunciara al partido, porque tienen vida propia y desde ahora están tejiendo alianzas para ir sin Morena y sin el tabasqueño, pues no son de los consentidos.

Que incluso también les haría bien deslindarse de algunas de las locuras del presidente, como eso de pedir al crimen organizado decir guácala a la delincuencia y que piensen en sus madrecitas antes de seguir con sus ilícitas actividades.

Mientras en el mundo cualquier presidente –sea de cualquier corriente política- cumple con su obligación de usar la fuerza del Estado para garantizar la paz, y no quiere convencer a los sicarios con discursos de predicador.

Los no pejistas se desmarcarían de decisiones como la construcción de Dos Bocas para refinar petróleo, cuando en el mundo se trabaja en la utilización de energías renovables y que quizá cuando esté la refinería -si algún día la acaban- todos los autos serán eléctricos.

O si es tiempo desistirán de la loca idea de convertir a Santa Lucía en el eje de un sistema aeroportuario, cuando ni los pilotos, ni las autoridades internacionales de aviación, y menos los pasajeros, lo aceptan; todos se siguen inclinando por el NAIM.

El Peje confía en que la base de votantes que le den sus ninis y afiliados mediante los programas sociales le sean suficientes para imponerse no sólo a la oposición, sino a los mismos morenos en 2024, si hay necesidad.

Habrá que ver con qué desgaste llega al final de su mandato y si en los últimos meses logra seguir teniendo el control de la granja morena, integrada por una mezcolanza de caciques que solo cuidan sus intereses y que no dudarían en pactar con un nuevo líder político.

O sea, no les temblaría la mano para aplicar aquello de “El rey ha muerto, viva el rey”.

El chiste es que más de uno piensa en serio que Morena terminará por estorbarle a El Peje.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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