Pablo Trejo
En ocasiones anteriores hemos comentado sobre la importancia que tiene la parte subjetiva de cualquier análisis, en especial, cuando se trata de análisis económicos, porque si algo nos ha quedado claro en los tiempos de la cuarta transformación, es que las cifras podrán darnos cuenta de una realidad, pero la percepción ciudadana, no necesariamente es la misma. O lo que es lo mismo, la frase de “yo tengo otras cifras” y que en realidad se refiere a “yo tengo otra percepción”, poco tiene que ver con el análisis de datos y mucho con el estado de ánimo.
Dentro del gremio de los especialistas en el análisis económico, la constante parece ser la visión pesimista de las cosas, y para probarlo, basta con hacer un recorrido por los medios especializados, y la forma en que se abordan las cifras que acaba de dar a conocer el INEGI sobre el Indicador Global de la Actividad Económica, y que al cierre del mes de agosto, nos indica que el crecimiento mensual de nuestra economía, fue del .1 por ciento, y si a agregamos esa cifra a lo reportado los meses previos, obtenemos como resultado un crecimiento anualizado de -0.4 por ciento.
Ese dato, ha generado que las principales instituciones financieras refuercen sus expectativas de crecimiento cero al final del año. Los responsables de la caída en las cifras, son el sector secundario y el de servicios. Nuestra industria registra una caída anualizada de 1 por ciento y los servicios, se han establecido en un estancamiento de 0.1 por ciento.
Recientemente nuestro Secretario de Hacienda reconoció que la falta de crecimiento económico le está provocando una especie de insomnio, y si consideramos que debe de contar con más información que cualquiera de los pesimistas del análisis, la declaración no resulta especialmente esperanzadora.
Pero volviendo al tema de la percepción, si le preguntamos a cualquier beneficiario de alguno de los programas sociales del gobierno federal, si la falta de crecimiento le quita el sueño, seguramente la respuesta será negativa, porque en su micro mundo, se encuentra en una mejor situación que cuando el crecimiento llegaba a la barrera del dos por ciento, y el no era beneficiario directo de algún programa, y es justamente a eso a lo que se refiere el presidente de la República cuando habla de otros datos, y por eso reta constantemente a la prensa a que acuda directamente a la ciudadanía para preguntar su percepción de la economía, por que sabe que su visión lleva las de ganar.
Es verdad que el crecimiento no necesariamente significa desarrollo, y también lo es que el principal problema no es la falta de riqueza, si no la distribución de la misma, pero eso no debería estar peleado con el reconocimiento de los valores de la ciencia económica y de la importancia de los datos y las cifras al diseñar las políticas públicas. Si la percepción se acompaña del análisis riguroso, seguramente los resultados serán mejores, para el bien de todos nosotros y de la cuarta transformación.
