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Gobernanza y crimen organizado

Se debe intervenir ya y dejar para el anecdotario la falsa premisa de “abrazos, no balazos”

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Ernesto Osorio

Hace 18 años, cuando el entonces Secretario de Seguridad Pública Marcelo Ebrard intentó su plan de reordenamiento del comercio ambulante en el Centro Histórico de la Ciudad de México, tuve la oportunidad de conocer un poco de las entrañas que esconde esta actividad en esa zona. Algunos de los líderes legendarios del comercio ambulante (en su mayoría mujeres) eran ya conocidos por sus alianzas con partidos políticos, Regentes, Delegados y sobre todo con agentes judiciales y policías. El ambulantaje, era la fachada de grandes negocios para la venta de drogas a pequeña escala, el tráfico de armas, alcohol adulterado y pornografía en donde las autoridades fueron siempre bien recompensadas, pues más allá de la ganancia económica que recibían, algunos y algunas lograron colarse hasta obtener cargos de elección popular o posiciones de gobierno.

Un caso en particular que me llamó la atención en esos años, fue el de la Asociación Legítima Cívica y Comercial creada por la señora Alejandra Barrios Richards en los años 80, una mujer que, de vender piñas y jícamas en la calle de 20 de noviembre, aprendió muy rápido de las artes de la política en las filas del Partido Revolucionario Institucional y logró el control de casi todas las calles del Primer Cuadro, en tiempos de Don Manuel Camacho Solís. Con el paso de los años, Alejandra Barrios multiplicó su gremio en otras Delegaciones (hoy Alcaldías) y hoy en día, sigue siendo una de las principales dirigentes del comercio informal en toda la Ciudad de México.

En todos estos años, la Asociación de Alejandra Barrios logró construir una estructura social, en la que sus agremiados encontraron, además de una actividad comercial para su sobrevivencia, diversos programas y servicios que, por su condición de informales, el gobierno o el Estado mexicano no les podía proporcionar. De ese modo, esta organización levantó una estructura tutelar y de gobierno paralela para decenas de miles de personas. Becas escolares, despensas, clínicas, aparatos ortopédicos, lentes, guarderías y hasta un programa de vivienda, son garantías que ofrece desde hace varios años, la Asociación Legítima a sus agremiados.

Rosana Lecay, una economista argentina y consultora en temas de democracia, derechos humanos y participación ciudadana, explica en un ensayos titulado “Las Organizaciones de la Sociedad Civil en México: de la invisibilidad al protagonismo, que el surgimiento de estas agrupaciones se dio como una respuesta espontánea de las clases más pobres ante la agudización de la pobreza, el desempleo y una distribución de la riqueza más inequitativa. “La gente dejó de creer en la clase política y los ciudadanos entendieron que la solución a los problemas dejaba de estar en manos del gobierno. Eso, provocó que se dejara de lado la unilateralidad del Estado y se dio lugar a nuevas formas de participación y asociación y las organizaciones civiles, generaron una nueva forma de relación entre el Estado y la sociedad instalando una nueva gobernanza”

De ese proceso que se dio en la región, surgió Barrios con su agrupación de comerciantes y después de ella, vinieron otros líderes con sus propias organizaciones y con sus propios objetivos a finales de los años 90.

A principios del 2001 me dediqué siendo reportero de Monitor a conocer más de estos personajes y conocí muy jóvenes a líderes que en poco tiempo lograron dominar y controlar también el comercio de las calles aliados a los gobiernos de la izquierda que tuvimos en la capital. Así, fue que conocí a Raymundo Pérez, a Armando Becerril, a Oscar Liebre y a Miguel Galán, en la zona del llamado Perímetro “B” del Centro Histórico, relegado en el pasado por las administraciones que entregaron a Carlos Slim la liberación del Perímetro “A”

Hoy, la realidad se ha transformado radicalmente. El ambulantaje dejó de ser la fachada de una actividad económica informal, a ser el andamiaje de poderosas organizaciones del crimen organizado, que se han ido apropiando de las calles aledañas a Palacio Nacional y la Suprema Corte de Justicia de la Nación para controlar el narcotráfico a gran escala que se ha instalado en nuestra capital.

Hoy, aquellos líderes que conocí y con quienes caminé calles y acompañé en negociaciones para el reordenamiento de sus agremiados están muertos. En menos de dos años, los cuatro perdieron la vida por negarse a pagar el derecho de piso a sicarios de la “Unión Tepito” que operan con la complicidad de agentes de la policía de investigación, policias y supervisores de Vía Pública de la Alcaldía en Cuauhtémoc, un hecho reconocido ya por el mismo titular de la Secretaría de Seguridad Ciudadana Omar García Harfuch, pero sobre el cual, la autoridad ha sido omisa hasta ahora para responder.

¿Qué están esperando? ¿Una escalada de asesinatos en contra de más comerciantes que se nieguen a pagar el derecho de piso? Los poco más de 3 mil afectados han denunciado que ya fueron advertidos de que deberán pagar cinco mil pesos diarios por “impuesto navideño” en diciembre a este cártel para dejarlos trabajar en la próxima temporada, o de lo contrario seguirán la suerte de los líderes acribillados.

Vecinos y comerciantes dijeron bajo el anonimato a quien esto escribe, que la SSC sabe que un sujeto a quien apodan “El Elvis” es el operador de la Unión”, cuyos cómplices se encargan de cobrarles por su seguridad y que frecuentemente se les ve con sus motos en el Eje 1 Norte, la avenida del Trabajo, Circunvalación y calles aledañas a la Lagunilla; en las calles de Colombia, el Carmen, Santo Domingo y Manuel Doblado, Perú, Cuba, Regina, Mesones y República de Paraguay.

La Jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum tiene una alerta amarilla encendida en esta zona del Primer Cuadro. Es necesario que cuanto antes se realice una operación policial y de inteligencia para evitar que esta plaza la gane el cártel de la Unión y la Contra Unión. Hoy es cuando debe aprovechar su afinidad y coordinación con el gobierno federal y su Guardia Nacional para poner orden y regresar la paz a quienes trabajan y viven en estas calles.

No se trata de retirar ambulantes, de reubicar puestos en plazas comerciales, sumar patrullas o poner cámaras en las calles. Se debe intervenir ya y dejar para el anecdotario la falsa premisa de “abrazos, no balazos” El narco se apoderó ya de nuestra tranquilidad. Dejar que esta organización criminal siga operando abiertamente y con toda impunidad, solo comprobará que el actual gobierno federal y el de la Ciudad de México, no están comprometidos con la paz y la seguridad de todos los ciudadanos y que serán un gobierno más, que bailará al son que el crimen organizado le toque.

 

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