Pablo Trejo
En lo que pudiésemos considerar como uno de los días más afortunados en la administración de Andrés Manuel López Obrador, sucedieron dos hechos independientes uno del otro, pero igual de fortuitos para el presidente; por un lado, en los Estados Unidos fue capturado el súper policía de los dos sexenios panistas, Genaro García Luna, mientras que en nuestro país se hacían públicos los avances en la negociación del nuevo tratado comercial entre nuestro país y los vecinos del norte, conocido como T-MEC, coincidentemente las mismas letras de las iniciales de uno de sus artífices (Marcelo Ebrard Casaubón).
El primer acontecimiento llama la atención porque el nombre de García Luna llevaba ya varios meses en boca de muchos de los miembros del Politburo de la 4T, ya que su figura representa la esencia de todo lo que la 4T dice combatir: excesos, corrupción, abuso del poder, aumento inexplicable del patrimonio, acusaciones de vínculos con grupos delincuenciales, más lo que se siga acumulando. Si a eso agregamos que su captura representa un golpe durísimo para dos de los rivales históricos del presidente: Fox y Calderón, estamos presenciado una verdadera carambola de tres bandas. Habrá quien argumente que el susodicho no fue capturado en territorio nacional ni a petición de nuestro gobierno, pero como dice el dicho, haga sido como haga sido, el beneficio político es innegable.
Sobre el T-MEC pueden destacarse varias cosas, dado que de el se derive, impactará de manera significativa en la vida de todos los mexicanos, especialmente en materia de empleo, salarios, soberanía y calidad de vida, entre muchas otras cosas. Lo que resulta hasta contradictorio es la vehemencia con que el gobierno publicitó el acontecimiento, lo que ha abierto la puerta a que la oposición lo catalogue como un triunfo del neoliberalismo que López Obrador critica airadamente.
Lo cierto es que hasta ahora, las decisiones más importantes en materia económica, han sido muy cuestionadas, incluso por algunos de los integrantes de la 4T; como sucedió con la suspensión de las obras del nuevo aeropuerto, o la cancelación de las rondas licitatorias en materia petrolera, o con el anuncio de la construcción del Tren Maya. Esas decisiones, han generado incertidumbre entre los dueños de los dineros, quienes hicieron una pausa antes de definir si querían mantener sus inversiones en nuestro país, lo que también ha impactado negativamente la creación de nuevos empleos, y obvio, ha mermado la posibilidad de incrementar el tamaño de nuestra economía.
La firma del Adendum e indirectamente, la captura de García Luna, generan un efecto simultáneo de esperanza, y una especie de reafirmación que vamos por la ruta correcta, ajustando cuentas con quienes hicieron de México un botín, y promoviendo mecanismos que nos insertan de lleno en la élite del comercio mundial.
¿Conocemos a fondo los contenidos del T-MEC? Claro que no, ni siquiera los Senadores de la República que ratificaron su contenido, como ellos mismos lo han reconocido. Al final, lo que importa es la percepción generada entre la ciudadanía, aunque las letras chiquitas de lo que firmamos puedan ocasionar resultados no deseados para algunos agente de nuestra economía.
