Pablo Trejo
¿Por qué compra una televisión 4k de 55 pulgadas quien no tiene lo suficiente para cubrir necesidades mucho más apremiantes? ¿Porqué la gente de menores recursos, prefiere comprar medicinas que no necesariamente necesita, en lugar de formarse en las filas de vacunación gratuita? ¿Por qué compramos alimentos grasosos y con alto contenido de azúcares y harinas en lugar de buscar opciones mucho más nutritivas?
Todas esas preguntas, constituyen la base con que Esther Duflo, la nueva Rockstar de la ciencia económica, y reciente ganadora del Premio Nobel de Economía, está intentando encontrar respuestas para “repensar la pobreza”.
Para Duflo, la estrategia para reducir la pobreza mediante la entrega de diferentes ayudas sociales, “ha impedido comprender los problemas que éstos enfrentan a diario, ya que las políticas gubernamentales destinadas a ayudarles, muchas veces fracasan porque se fundamentan en posiciones erradas con respecto a sus circunstancias y su conducta”.
Traemos a esta economista y a este tema al debate, por que justamente nuestro país está actualmente iniciando el camino de lo que conocemos como la “Cuarta Transformación”, y uno de sus pilares, es justamente la repartición de diferentes tipos de ayudas sociales, con el objetivo de reducir las brechas de desigualdad entre ricos y pobres.
Para algunos teóricos, el que los recursos se repartan entre la gente, puede generar un circulo virtuoso, ya que ello puede generar aumentos en el consumo, ya que los beneficiarios incrementarán su capacidad de gasto, lo que incrementará a su vez la producción, y, por ende, el empleo, rompiendo con ello las inercias negativas que truncan la posibilidad de generar crecimiento económico.
En contraparte, existe un grupo de economistas no menos notables, que aseveran que esa estrategia es errónea, ya que sostienen que la ayuda acaba por hacer más mal que bien, ya que se disuade a la gente a buscar soluciones, corrompiendo y socavando con ello la fortaleza individual, creando a la vez una peligrosa relación de dependencia que tenderá a perpetuarse. Para estos economistas críticos de la asistencia social, lo mejor sería que, en un escenario de libre mercado como en el que vivimos, se generaran los incentivos adecuados para involucrar a la gente en la vía del desarrollo.
Si trasladamos ese debate internacional a lo que sucede en nuestro país, llegaríamos a la pregunta obvia ¿funcionará la estrategia del presidente, que contempla hacer entrega directa de recursos a los sectores más vulnerables? o ¿estaremos acaso desperdiciando los recursos al entregarlos como lo estamos haciendo?
Dufló asevera que existen elementos de razón en ambas posturas, ya que ha sido demostrado que la ayuda sin estrategia no funciona, pero también existen casos de éxito que nos llevarían a afirmar lo contrario. Por supuesto que lo mejor sería buscar un punto intermedio que nos llevara a encontrar el equilibrio. Evidentemente no todas las ayudas directas funcionan igual, pero de su depuración y de sus resultados mucho dependerá el éxito de la 4T, y por ello, y por el bien de todos, merecen nuestra especial atención y nuestro mejor análisis, para continuar con ellas o erradicarlas.
