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2019: El recuento de los daños

Así termina el 2019, y en el recuento de los daños, nos quedan a deber.

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Ernesto Osorio

Concluye el 2019 y junto con él, el primer año de gestión de la apuesta política que se encumbró en la cima del poder desde julio de 2018 para enterrar vicios y corruptelas del pasado.

Como quiera que sea, nos guste o no nos guste debemos reconocer que la creación y evolución del proyecto político que encabezó Andrés Manuel López Obrador con su partido Morena a partir de 2012 fue un parteaguas, sin el cual no se puede entender la historia reciente de nuestro país. Su victoria en los comicios de julio del año pasado significó para muchos el final de una era, el adiós a toda una época de privilegios para una elite de políticos ambiciosos y el inicio de una purga de esa casta de burócratas “fifis” que se enriqueció a costa de la pobreza de millones de mexicanos.

El gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador y el de su satélite en la Ciudad de México con Claudia Sheinbaum a la cabeza, iniciaron este 2019 con el desmantelamiento de toda una estructura gubernamental que se construyó en los últimos doce años y en la que, lamentablemente, se enquistó la corrupción, el tráfico de influencias, el desvío de recursos públicos, el enriquecimiento ilícito, el nepotismo, la impunidad y la complicidad con el crimen organizado.

En el primer año de su gestión, su principal promesa de campaña de combatir la corrupción sin importar banderas, apellidos, nombres, cuotas o compromisos políticos o económicos, comenzó a cumplirse (bueno, en parte porque el escándalo de Manuel Bartlett debemos comentarlo aparte).

Fue así fue que vimos desfilar este año a varios ex funcionarios de primer nivel y de gobiernos anteriores ante el Ministerio Público y por las barandillas de los Reclusorios, tales como Emilio Losoya, el abogado Juan Collado, la ex titular de la Sedesol y Sedatu Rosario Robles y más recientemente el de ex Secretario de Seguridad Pública Genaro García Luna.

A nivel local, las revelaciones de la doctora Sheinbaum respecto a desvío de recursos públicos, la creación de nóminas fantasma, la alteración de las cifras en los informes de seguridad y algunas auditorías a diversas dependencias del gobierno capitalino, derivaron ya en la detención de seis servidores públicos de la pasada administración y la búsqueda de dos más que hoy están prófugos: el ex Secretario de Obras y quien fue Comisionado para la Reconstrucción Edgar Tongüi y el ex Secretario de Desarrollo Urbano Felipe de Jesús Gutiérrez.

Si, es cierto. Es importante el combate a la corrupción y el exigir justicia para quienes se aprovecharon de un cargo para obtener beneficios personales. Pero ojalá ese mismo tesón, ese mismo entusiasmo y hambre y sed de justicia para ver a quienes antes fueron sus compañeros de batalla y hoy, llevarlos a la cárcel por corruptos, la pudiéramos ver también en el combate a la inseguridad y la tranquilidad de quienes vivimos todos los días con el miedo de ser víctimas de la delincuencia de la calle.

¿A usted que le interesa más, el ver tras las rejas a funcionarios públicos que quizá solo repitieron esquemas de sus antecesores robando del presupuesto público y se lo entregaron a su jefe; o al ladrón que le arrebató su patrimonio, el violador que atacó a su hija o el homicida que terminó con los días de sus padres, solo por arrebatarles el carro?

La inseguridad que nos lastima, esa que nos ha arrebatado la tranquilidad y la certeza de que llegaremos con bien a nuestra casa, después de un día de trabajo o de escuela es la que nuestros nuevos gobernantes no han podido erradicar. A pesar de que se comprometieron a traernos paz cuando asumieron el cargo para el que fueron electos, el 2019 se despide como el año con más muertos en el país.

Datos oficiales del Secretariado Ejecutivo Nacional de Seguridad Pública, revelan que al 30 de octubre, se habían superado las cifras del 2018 al contabilizarse un total de 29 mil homicidios dolosos y 833 feminicidios; un aumento del 2.2 por ciento en los asesinatos durante los primeros diez meses del año.

Al mismo periodo, se registró un repunte del 35.2 por ciento en las extorsiones (7 mil 358), un crecimiento del 15 por ciento en los delitos de trata de personas (555) y un alza de 9.3 puntos porcentuales en los secuestros (1392).

Otro incremento del 10.6 por ciento, se registró en los delitos de violencia familiar (171 mil 347), de 6.2 puntos en el robo a negocios (93 mil 537) y del 20.8 por ciento en los casos de narcomenudeo en el país (58 mil 918).

Los únicos delitos considerados de mayor incidencia que vieron una disminución en el país respecto al año pasado fueron el robo de vehículo automotor, que ha bajado en un 12.5 por ciento y el robo a casa habitación, que cayó en 1.5 por ciento, pues de poco más de 69 mil casos el año pasado, esta vez suman 68 mil 47 al cierre de octubre.

El contraste es abrumador. Parecería que nuestras autoridades están más acostumbradas a utilizar la procuración e impartición de justicia para el revanchismo y la venganza política, que para garantizar a la población un entorno seguro, libre de la delincuencia de la calle.

Cómplices de esta realidad discursiva, los medios de comunicación han incurrido en el mismo error de ignorar lo que pasa en su entorno inmediato, y priorizar el teatro de la política, por encima de retratar la vida cotidiana de las personas. Para muchos editores, el titular lo merece más la sospecha de un fiscal, que el incremento de los asaltos y los homicidios que se registran cerca de la casa en la que vive.

Hace unos días, el portal de la BBC de Lóndres Latinoamérica, publicó el aterrador relato de su corresponsal Ana Gabriela Rojas, titulado “Violencia en México: 2019, el año en que una bala destrozó a mi familia”. En el, la periodista narra en primera persona, la brutal forma en que la vida le cambió a su familia, luego de que una de sus tías recibiera un balazo en la cabeza después de haber sido asaltada en un restaurante.

“Al compadecerte con tu familia, aprendes también a padecer el sufrimiento de las otras personas. Y también por eso queremos evitar a los demás el sufrimiento que hemos sentido.

“No es que el caso de mi familia sea más doloroso ni más importante que el de los demás. No hay una comparación. Miles y miles de familias han sido trastocadas por la violencia. A cualquiera, nos pueden pegar un tiro en la cabeza. Solo, por vivir en México”, es como cierra el artículo que te invito a que te tomes un tiempo para leerlo completo. (https://bbc.in/2sw6ZsJ)

Así termina el 2019, y en el recuento de los daños, nos quedan a deber.

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