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4 años agoon
Adrián Rueda
Si Claudia Sheinbaum se amarga por la pobre bancada de Morena que le tocó en Donceles al arranque de su gobierno, mejor que no se queje, pues lo que le puede venir en la segunda mitad de su sexenio se le podría atragantar.
Cierto es que tanto Ernestina Godoy como Ricardo Ruiz —Martha Ávila de plano ni cuenta— le resultaron inoperantes en el Congreso de la Ciudad de México, que, a casi año y medio, sigue hecho bolas, pero quién sabe si será peor el que viene.
Porque si bien es cierto que sus diputados son bastante malitos, al menos con un grito se espantan, pero a los monstruos que pueden llegar, y más en la etapa definitiva de su administración, a ver quién los controla.
De acuerdo con los estatutos de Morena, nadie se puede reelegir en su puesto —lo mismo alcaldes que legisladores—, pues, por órdenes superiores, quienes ostentan algún cargo tienen que dejar que en 2021 asuma alguien del sexo opuesto.
Es decir, Clara Brugada o Armando Quintero —por ejemplo— no se podrían quedar otros tres años en Iztapalapa o en Iztacalco, aunque la ley se los permita, pues los estatutos morenos dicen que tienen que dejar su lugar a alguien del sexo opuesto, para que haya equidad.
Aunque muchos morenos ya están pensando cómo trampear el impedimento partidista, incluso postulándose a través de alguno de los partidos satélites de Morena —como el PT, el PES y ahora el Verde Ecologista—, no todos podrán hacerlo.
Eso significa que la mayoría buscará en 2021 el Congreso de la Ciudad de México, incluso los alcaldes y alcaldesas, pues aunque podrían aspirar a San Lázaro, sus fortalezas están en la capital y aquí se quieren quedar.
Seguramente ni Claudia ni sus operadores se han imaginado si tuvieran que coordinarse con Pablo Gómez, Mario Delgado, Porfirio Muñoz Ledo, Alfonso Ramírez Cuéllar, Lola Padierna y hasta, en una de ésas, con Gerardo Fernández Noroña. Eso por parte de los diputados federales que llegarían a Donceles, pero también con los alcaldes Brugada, Quintero, Francisco Chíguil, Víctor Hugo Romo y Vidal Llerenas, por ejemplo.
Con esos sí batallaría Sheinbaum, y más porque les tocaría operar la etapa previa al cambio de gobierno, donde muchos responden a diferentes amos y el Congreso de la Ciudad de México será un caldo de cultivo para las definiciones finales.
Porque, después de la Presidencia de la República, el segundo cargo más codiciado es la Jefatura de Gobierno, y ahí no sólo hay tiradores de peso en la oposición, sino al interior de Morena.
Dos de ellos podrían ser Ricardo Monreal —si no se le hace la candidatura presidencial— y el propio Mario Delgado, entre otros.
Como joya de la corona, la Ciudad de México es un cargo que sirve para negociar el reparto de posiciones entre quienes dominen el escenario político en el país en 2024.
Si Claudia se queja por la bancada tan pobre que le tocó en Donceles, que se espere a que se conforme la que viene.
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