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Pluma Invitada

AMLO, imagen de derrota

Lejos muy lejos ha quedado ese personaje que durante 18 años se montó en un discurso colérico antisistema, que caló en lo más profundo de la gente pobre.

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Hugo Morales Galván

Es una imagen que impacta. La fotografía de un hombre derrotado. Alguien cuya carga le encorvó la espalda y le desplomó los hombros. Le cuelgan las manos. El saco se le descuadra en la espalda, sea por una faja para contenerle ese inocultable enorme vientre, o como dicen algunos, delata un chaleco antibalas de material Kevlar. Es notorio que algo se interpone entre camisa y saco. Lo remarcan las líneas verticales de ese objeto.

Con visibles zapatos sucios, Andrés Manuel López Obrador camina cansino. Su semiblanco pelo magnifica la imagen de la derrota. Lejos muy lejos ha quedado ese personaje que durante 18 años se montó en un discurso colérico antisistema, que caló en lo más profundo de la gente pobre.

Esa instantánea del Presidente mexicano inundó las redes sociales. Sin importar lo que quería comunicar a la Nación ante la crisis económica y sanitaria por el Covid19 –que al final no hubo ninguna propuesta novedosa–, lo que quedó en el ideario de la gente, fue la imagen de un hombre derrotado, cuando aún faltan cuatro años y medio para que termine su mandato.

Desde muy temprano del domingo cinco de abril, operadores del Gobierno Federal y del Partido Morena distribuyeron “bullets” para que todos los afines a la 4ta propagaran un mensaje con homogeneidad en los logros alcanzados por el actual gobierno y que esa tarde daría a conocer López Obrador. Pero ni aún así impidieron que Facebook y Twitter llenaran sus espacios con mensajes opositores en los que se cuestionó la falta de visión estratégica presidencial para atacar la crisis. El complemento vendría al día siguiente. El diario Reforma tan cuestionado por López Obrador, le dio la puntilla con la fotografía en interiores, en su página seis. Brutal contraste del encorvamiento frente a la verticalidad de tres guardias militares, dos de ellas saludándolo como Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, y él, el Presidente, viendo al piso sin observarlas.

Un informe inventado. Producto de sus ocurrencias y soberbia, lo colocó en el centro de la atención. Sigue siendo el actor central, pero ya no tiene control absoluto del escenario. Su show ya no vende igual. Lo reflejan las encuestas que unas tras otra, ubican a la baja su nivel de aceptación.

López Obrador es un personaje político que camina solo en la vida. No escucha, no oye, no ve. Inconscientemente se ha convertido en el fiel reflejo de uno de sus principales enemigos político de vida: Carlos Salinas de Gortari, cuya cerrazón lo llevaron a uno de los más estruendosos y dolorosos fracasos de la vida política, social y económica de México.

Un gobierno imperial donde nadie osa contradecirlo. Si hubiera que definir a ese gabinete, una canción de la colombiana Shakira, le caería como anillo al dedo: “Bruta, ciega, sordomuda; torpe, traste y testaruda. Es todo lo que he sido. Por ti me he convertido…”. Nadie discrepa. Nadie corrige. Nadie.

La comunicación política de este gobierno pasa por el uso de un grupo de personas que todos los días se coloca en la primera fila de las conferencias mañaneras. Patiños vergonzosos, y uno que otro periodista de esos de “antes” a los que tanto cuestiona el tabasqueño, y de los que hoy se sirve. Ahí inicia y ahí queda su intento de comunicación política. Por eso no fue extraño ver al Presidente con esa imagen de derrota en un monumental elefante blanco donde por cierto, tiene su hogar.

Pero más allá de esa fotografía de perdedor, hay una parte que no se ha dicho. Es también la expresión corporal de quien acumula dolor, rencor y venganza. En su lógica y percepción de la realidad, son otros los culpables de sus males. Y a ellos habrá que cobrarles cuentas.

Por eso no habrá que esperar ningún gesto de grandeza de Estado, ni mucho menos de compresión de la pluralidad política democrática en un país que preside desde el 2019. Lo deseable sería haber observado a un López Obrador sonriente, seguro, y entendedor de que México es más que sus famosos 30 millones de votos y él; que es una sociedad plural y participativa, a la que podría convocar a una genuina acción común, sin que nadie periera su tamiz opositor u oficialista o de sociedad civil.

Lamentablemente no es así. Y no lo será. La foto dice mucho. Es muina y coraje, como dicen en mi pueblo. A eso habrá que estar alertas. Eso es lo peligroso.

 

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