Pablo Trejo
El Covid 19 nos ha estado acercando de manera gradual a escenarios cada vez más complicados, y eso nos ha colocado en una situación en donde el análisis ha pasado de lo micro a lo macro, para regresar de nuevo a lo micro. Expliquemos por qué: En un inicio, no teníamos noción sobre la duración de la pandemia, y por más que queramos ser optimistas, el fin, o al menos la tregua, no parecen una posibilidad cercana. La mal llamada cuarentena -porque no se planteó de inicio de cuarenta días-, puede durar por varias semanas más, dejando además de los daños evidentes de salud, una secuela de infortunios económicos y sociales, de los que nos costará trabajo levantarnos.
Decíamos que pasamos de lo micro a lo macro, porque nuestra primera reacción no contempló más allá de nuestro entorno inmediato. ¿Qué pasaría con nuestros hábitos? ¿Cómo se afectará nuestra economía? ¿Habrá escasez de productos básicos? ¿Tengo papel sanitario suficiente? ¿Será necesario hacer compras de pánico? ¿Qué pasará en nuestra colonia? ¿Alguien de la oficina se contagiará? Preguntas todas ellas correspondientes a nuestro mundo micro, a la microeconomía.
Con el paso de los días, esas preocupaciones se trasladaron de lo individual a lo colectivo, y nuestras preocupaciones comenzaron a ser mucho más grandes en extensión y en magnitud ¿Enfrentamos acaso la posibilidad de una crisis económica que lleve al país al borde de la quiebra absoluta? ¿Se perderán dos o tres millones de empleos, tal y como vaticinan los especialistas? ¿Cuánto nos afectará el precio internacional del petróleo? ¿Tenemos algún plan para evitar la quiebra de las pequeñas y medianas empresas? ¿Seguiremos pagando impuestos durante la crisis? ¿Hay suficientes camas para quienes enfermemos? ¿Estamos aplicando las suficientes pruebas? ¿Pasaremos pronto a la etapa 3?
El efecto de pensar en lo mal que nos irá en lo colectivo, nos lleva de nuevo, irremediablemente a pensar en el espacio que todos nosotros ocuparemos después de que pase la crisis ¿Tenemos futuro? ¿Podré volver a trabajar? ¿Cómo pagaremos las colegiaturas de los hijos si perdemos el trabajo? ¿Cómo podré seguir pagando la hipoteca del departamento si no tendré ni para cubrir los gastos más esenciales para la supervivencia familiar?
Lo que queda claro es que muchas de las cosas a las que estábamos acostumbrados, van a cambiar para siempre. Muchos negocios desaparecerán en el camino, lo que alterará no solo nuestras costumbres, si no hasta nuestro entorno y en todo este devenir, el gobierno y la Cuarta Transformación jugarán un papel estelar. La sociedad mexicana será extremadamente demandante -tal vez como nunca- y la paciencia, cuando se trata de la posibilidad de garantizarnos un futuro, será muy poca. Salir de la crisis requerirá de sensibilidad, imaginación, compromiso, serenidad, inteligencia, solidaridad, verdad, honradez, responsabilidad y coherencia, y todos esos conceptos los ha enarbolado desde siempre el líder máximo de la 4T, por lo que es tiempo de que los ponga en marcha, porque estamos seguros que no habrá segunda oportunidad.
