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Capital Político

El dilema de los chairos

Nadie les critica que optaran por un cambio, pues consideraban que quienes habían gobernado lo habían hecho bastante mal.

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Adrián Rueda

A estas alturas del partido, más de un chairo se muestra arrepentido de haber entregado el cuerpo a lo que hoy se conoce como gobierno de la 4T, pero se enfrentan al temor del descrédito social y a su propia negativa de aceptar que se equivocaron.

Claro que cada vez hay más arrepentidos de haber apoyado este proyecto y que no les gusta que les llamen chairos, pero se niegan a reconocer ante amigos, familias o núcleos sociales que erraron.

Nadie les critica que optaran por un cambio, pues consideraban que quienes habían gobernado lo habían hecho bastante mal. Decidieron arriesgarse y creer en las promesas de quien había buscado ser presidente durante 18 años.

A pesar de que sus promesas sonaban irrealizables y de sus muestras de intolerancia y poca pericia, los ciudadanos, enojados, apoyaron con todo a quien encabezaba ese proyecto, no sólo por la Presidencia de la República, sino por el pastel completo.

Es decir, por las cámaras federales de Diputados, Senadores, varias locales, gubernaturas y alcaldías. Le dieron todo a Morena, que prometía el paraíso, a pesar de ser exactamente los mismos que ya habían gobernado desde el PRI, el PAN y el propio PRD.

Esos ciudadanos ejercieron libremente su voto y sus candidatos ganaron ampliamente, sin ninguna duda y con toda legitimidad; nadie lo puede negar. Hasta ahí todo bien, ¿pero por qué al final aceptaron para convertirse en simples chairos?

Entregaron un cheque en blanco al actual gobierno y empezaron a justificarle todo lo que le criticaban a los anteriores. Lo que en otros sexenios fue corrupción, hoy es honestidad.

Quienes en el pasado reciente fueron integrantes de la Mafia del Poder que saqueó al país, hoy son mártires de la 4T, como Manuel BartlettLuis Miguel BarbosaGermán Martínez o hasta Esteban Moctezuma.

Por supuesto que el actual gobierno necesitaba tiempo para acabar con la herencia maldita del neoliberalismo e imponer su sello propio, pero ya va año y medio y las decisiones gubernamentales no son nada cercanas a lo prometido.

Se recortaron recursos a guarderías, medicamentos, servicios básicos y, a contracorriente mundial, se destinaron millonarios recursos a obras faraónicas como la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya o el aeropuerto de Santa Lucía.

Nadie dice que los pejistas dejen de apoyar a su líder, faltaba más. Pero sí que le exijan, como a los anteriores gobiernos, y que dejen de ser esos chairos que todo le pasan.

Se colapsa la economía, la seguridad, la salud y la educación. Abundan las millonarias asignaciones directas a contratistas amigos y se impone a los cuates en órganos como la CNDH y lo mismo se intenta con el INE.

Así como decidieron castigar al PAN, al PRD o al PRI, que fallaron a los ciudadanos que los apoyaron y que dejaron como herencia una estela de gran corrupción, deberían medir con la misma vara a Morena y a sus aliados.

La 4T no es peor que el PRIAN, es exactamente igual y los chairos lo saben, su dilema es reconocerlo públicamente.

CENTAVITOS

En las alturas hay preocupación porque la guía bioética que promueve el Consejo de Salubridad, y que dispone que se les dé preferencia a los jóvenes sobre los viejos en atención contra el COVID-19, muera a causa de la grilla. En el fondo, el gobierno debería estar contento, pues si a los viejos se les deja sin atención, más de la mitad del gabinete, empezando por el jefe, estaría peligrando.

Periodista, especializado en política de la CDMX. Editor y columnista

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