El pasado jueves, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), reveló datos muy preocupantes sobre la situación por la que atraviesa la actividad industrial en nuestro país. El Indicador Mensual de la Actividad Industrial (IMAI) registró una caída real de (-)25.1% en abril del presente año respecto al mes previo, con base en cifras desestacionalizadas.
Las cifras desestacionalizadas, permiten medir de mejor manera el comportamiento de una economía a corto plazo, ya que elimina variables que podrían distorsionar la comparación entre dos periodos de tiempo. Para que se entienda de manera más sencilla, imaginemos una comparación entre un año bisiesto y otro normal. No es lo mismo medir 28 que 29 días en el mes de febrero. Lo mismo sucede en la semana santa, ya que cae en diferentes días de cada año y no es válido analizar el valor de una variable de un mes o trimestre en el que
cayó la Semana Santa en donde no lo hizo.
Dividida en sus diferentes componentes, la Construcción se redujo (-)32.8%, las Industrias manufactureras (-)30.5%, la Minería (-)5.6% y la Generación, transmisión y distribución de energía eléctrica, suministro de agua y de gas por ductos al consumidor final (-)1.1% durante el cuarto mes de 2020 frente al mes anterior, promediándo de manera general, (-)29.6% en términos reales. En contraparte, la extracción de petróleo y gas, registró cifras positivas (3.1); así como los servicios relacionados con la minería (11.0) y la industria
alimentaria (1.2).
Los datos alarman porque la industria de la construcción es de vital importancia para cualquier economía, debido a su efecto multiplicador, y en muchos sentidos, representa el estado de salud de la economía. No necesitamos hacer un análisis minucioso para darnos cuenta de ello. Cualquier construcción genera un importante número de empleos directos e indirectos, formales e informales, desde las grandes cementeras que son un importante eslabón en la cadena de suministros, hasta las pequeñas tiendas y puestos ambulantes en donde se alimentan los trabajadores día a día.
En la medida en que las cifras de esta industria en particular repunten, podemos comenzar a visualizar el inicio de la recuperación del país, tal y como sucedió después de la gran crisis mundial de 1929, cuando el célebre economista John Maynard Keyness, encabezó los esfuerzos de recuperación de la economía mundial, tomando como base la industria de la construcción, de ahí la importancia de ello.
Lo que deben tener claro nuestras autoridades, es que la inversión en el sector, debe ser una mezcla entre recursos privados y recursos públicos. De nada servirán las grandes obras como la refinería Dos Bocas, el aeropuerto en Santa Lucia, o el Tren Maya, si no se fomenta la inversión privada en la construcción de viviendas, fábricas, vías de comunicación, etcétera.
Hoy más que nunca deben fomentarse esquemas modernos como las asociaciones público privadas, así como modelos administrativos que simplifiquen los trámites que permitan acortar los tiempos en que una obra pueda llevarse a cabo. Gran parte de la recuperación del país, depende de ello.
