El “documento confidencial” que el Presidente dio a conocer el martes, en el que supuestamente descubre una estrategia de la oposición para ganar a Morena el Congreso en 2021 y echarlo mediante la revocación de mandato en 2022, resultó un fiasco.
La supuesta estrategia conspiradora no pasó la más mínima prueba de veracidad, desde el momento en que el propio mandatario dijo que no sabía si era cierta o no, pero que la daba a conocer “porque me lo hizo llegar el pueblo”.
Pero, independientemente del fiasco presidencial, es del dominio público que al menos en la Ciudad de México, los dirigentes del PAN, PRI, PRD y Verde Ecologista se han reunido en más de una ocasión para plantear ir juntos a la contienda electoral del año entrante.
Dice el Presidente —según su documento— que la oposición lanzaría como candidatos a personas con gran prestigio y bien calificadas, para que disputen los distritos más rentables de acuerdo con el número de votos.
Pues ni modo que lance a rufianes como los morenos; no se necesita ser genio ni hacer una conspiración para llegar a la conclusión de que la oposición requiere de los mejores perfiles para competir electoralmente; igual deberían ser los pejistas.
Quizá a Morena le preocupe porque no cuenta con perfiles que pasen la prueba del ácido: sus cuadros son puro cartucho quemado, proveniente precisamente de los partidos que hoy son oposición y a los que califican de corruptos.
Y antes de que le envíen otro documento confidencial, en la CDMX se reúnen a plena luz del día Nora Arias, del PRD; Andrés Atayde y Mauricio Tabe, del PAN; Tonatiuh González e Israel Betanzos, del PRI, y Leonel Luna y Chucho Sesma, del PVEM.
Todos ellos están buscando, con el visto bueno de sus respectivos jefes, llegar a un acuerdo político en la capital para ir en alianza parcial —sólo en algunos distritos y alcaldías—, lanzado a sus mejores candidatos para desbancar a Morena en 2021.
Que esa alianza pueda ser apoyada por empresarios, intelectuales o la ciudadanía en general, depende de lo conformes que estén o no con los gobiernos de Morena, tanto federal como en la CDMX y sus alcaldías.
Por supuesto que los opositores se están juntando para acotar el poder del gobierno, como debe ser, sólo que aún están lejos de constituirse en BOA… cuando mucho son apenas una viborita, pero que se está alimentando y puede crecer.
Y mientras el serpentario se agita, los morenos siguen en rounds de lodo disputándose el control de su partido.
CENTAVITOS
Quien al parecer le echó la última palada a su tumba política en Tlalpan fue el secretario particular de Claudia Sheinbaum, Carlos Ulloa, quien se quiso agandallar en plena pandemia, utilizando recursos públicos para promoverse políticamente en la alcaldía que en 2015 gobernó su jefa. Primero, la misma Sheinbaum le pidió que le bajara a su fiestecita para no crear confusiones, pero Ulloa insistió en seguir en campaña por medio de personeros, lo que provocó que, primero la perredista Nora Arias lo denunciara ante la Contraloría, y después el panista Andrés Atayde lo hiciera ante el Instituto Electoral capitalino. Si es culpable o no, el cuate ya quedó marcado, incluso a sus enemigos al interior de Morena les da armas para vetarlo en 2021, pues con qué cara pediría ser candidato luego de ser exhibido como transa.
