En los dos años de la actual legislatura en el Congreso de la CDMX, lejos de ser un apoyo para Claudia Sheinbaum, los diputados de Morena han sido tan estorbosos que se le han convertido en un dolor de cabeza.
La abrumadora mayoría pejista que llegó a Donceles en 2018 perfilaba que la 4T haría el uno-dos entre los poderes Ejecutivo y Legislativo, con lo que la jefa de Gobierno no tendría mayor problema en el manejo político de la capital.
Solamente que la ineptitud de sus integrantes, aunado al hambre por el dinero público, originó la inmediata creación de tribus, que cada uno de ellos trae en su ADN perredista.
El tema viene a cuento porque en estos días el Congreso debe decidir qué partidos encabezarán los órganos de gobierno en Donceles y, según la ley, el PRD tendría que asumir la Junta de Coordinación Política y el PAN la Mesa Directiva.
Pero como los morenos no quieren que sus primos del sol azteca se queden con la Jucopo durante el último año, buscan desde hace tiempo cómo sacar a los perredistas de la jugada, como lo hicieron en 2018 inflando artificialmente al PT.
Luego de hacer exactamente lo mismo de lo que se acusa al gobierno de Enrique Peña, de comprar el voto de diputados con dinero público para armar a los petistas como tercera mayoría ficticia, hace un par de meses decidieron desmantelar a ese partido y al PVEM.
Ahora que se tienen que nombrar las cabezas de los órganos de gobierno en Donceles, varios morenos quieren modificar la ley para que los llamados diputados sin partido puedan agruparse en una fracción y uno de ellos llegue a la Jucopo.
Para eso necesitarían realizar una sesión presencial extraordinaria que modifique la ley, ya que actualmente no se permite que diputados que renuncien a sus grupos puedan integrarse a otros o formen uno nuevo.
Quienes impulsan esta jugada calculan que pueden juntar los 44 votos necesarios para la mayoría calificada, pero dejan de lado algunas variantes.
Sería ilógico que el PT y el PVEM, luego de ser golpeados por la 4T, aceptaran que quienes los traicionaron pudieran agruparse para gobernar el Congreso. Y ni hablar de la oposición, que se ha mantenido unida en este tipo de temas.
Y si intentan quitarle otros diputados al PRD para dejarlo fuera, éstos serían Valentín Maldonado —a quien presionaría con los pendientes que dejó como delegado en Coyoacán, y a Paula Castillo, cuyo esposo, Miguel Ángel Vásquez, sigue en el Reclusorio Norte.
Porque Evelyn Parra, quien se separó de la fracción por órdenes de Julio César El Nenuco Moreno, tendría que regresar al redil, luego del arreglo que hizo a su jefe consejero nacional del PRD y a su hermana, secretaria general del partido en la capital.
Ante este panorama, quizá Claudia debería castigar a los morenos, que le han traído más problemas que soluciones, y dejar que sean el PRD y el PAN los que conduzcan los trabajos, pues, finalmente, sus diputados tienen más oficio e institucionalidad.
Además, la oposición está acostumbrada a llegar a acuerdos, algo que los morenos no pueden hacer ni al interior de su propia fracción.
Por andar de lucidos “regalando” 400 millones de pesos a Sheinbaum para combatir la pandemia, los morenos tuvieron que mochar el salario a los trabajadores de honorarios en el Congreso. El moche durará, al menos, hasta fin de año, sino es que el resto de la legislatura; claro, como no afecta los bolsillos de los diputados.
