Nuestra caótica Ciudad de México siempre se ha distinguido por la solidaridad con la que enfrenta sus adversidades. Su capacidad de resilencia que es directamente proporcional al nivel de problemáticas que enfrenta. Y como característica principal es que siempre termina por rebasar a la autoridad en los tiempos de reacción y en los modelos auto organizativos, además de un tema que queremos tratar en especial en este espacio: la disminución temporal de las desigualdades sociales.
La Pandemia nos tomó a todos por sorpresa. No hubo nadie con la suficiente visión como para poder planear un alto en su vida durante meses; nadie pensó que el confinamiento sería tan duro y tan duradero y la verdad es que nuestras autoridades federales nos cambiaron la jugada varias veces, contribuyendo con ello a la desorientación.
Pero quienes habitamos en esta ciudad no me dejaran mentir que durante estos meses hemos venido desarrollando una especie de solidaridad silenciosa en donde los que más tienen en general ayudan a los que más sufren, en donde en general, los jefes se preocupan por sus trabajadores, y en donde todos nos comportamos públicamente más o menos de manera homogénea.
Claro está que habrá quien argumente lo contrario, porque siempre existen excepciones a la regla y por que en algunos casos, aquellos que cuentan con mayores recursos, simplemente prefirieron emigrar hacia lugares más seguros, dejando atrás a la Ciudad y a sus coterráneos. También hay casos de jefes explotadores qué haciendo huelga de solidaridad aprovecharon la ocasión para violentar derechos de trabajadores; especuladores que han hecho mini fortunas vendiendo artículos de primera necesidad a precios exhorbitantes, etcétera.
El simple hecho de que por algunas semanas nadie pudo salir de sus casas, no estuvieron abiertos los centros comerciales, cines, teatros o espectáculos deportivos, nos colocó a todos mas o menos en la misma situación, y durante ese breve lapso de tiempo, el dinero o las diferencias sociales parecieron dejar de importar y resurgió una discusión importantísima: ¿qué es lo que realmente importa en la vida?
Esa reflexión global ha logrado que muchas familias se acerquen, que viejas amistades se manifiesten, que hagamos un poco de conciencia sobre la importancia de respetarnos colectivamente, que lo más importante es disfrutar de aquellos pequeñas cosas o pequeños momentos de felicidad y que la acumulación pierde sentido cuando está en juego la salud.
De todas las crisis, siempre surge la oportunidad de sacar cosas positivas y ésta en especial ha sido una que ha venido a trastocarnos muchos de nuestros valores individuales y colectivos. Si logramos modificar nuestro comportamiento hacia los otros, si pensamos un poco más en que nuestras acciones individuales pueden representar un gran cambio global, ese será el saldo positivo de la pandemia, y estamos seguros que esta Ciudad nunca más volverá a ser la misma, y eso será el gran saldo positivo de esta nefasta Pandemia.
